La división de poderes es uno de los pilares de la Democracia.
La reciente sentencia del Tribunal Supremo sobre la Educación para la Ciudadanía ha venido a certificar el hundimiento de ese pilar. Y en nuestro país ya no queda apenas ninguno en pie. El efecto deletéreo de Zapatero está disolviendo la Democracia, la Nación y casi todos los principios de solidaridad y cohesión en que se sustentaba nuestra convivencia. Así como el sustrato económico que mantenía ese factor de estabilidad social que es la clase media.
No voy a cuestionar la sentencia, pero sí voy a matizar el triunfalismo con que ha sido acogida por la izquierda, porque en el fondo esta sentencia le da la razón en lo sustancial a quienes habían recurrido la nueva asignatura. La asignatura no es objetable, como no lo son las Matemáticas o la Física, ha sentenciado el Supremo, pero ha introducido dos matices que dan la razón a sus detractores, precisamente en los motivos por los que la rechazaban.
1.- EpC no permite a las autoridades administrativas o escolares, ni a los profesores, imponer a los alumnos criterios morales o éticos que son objeto de discusión en la sociedad. Su contenido debe centrarse en la educación de principios y valores constitucionales.
La reciente sentencia del Tribunal Supremo sobre la Educación para la Ciudadanía ha venido a certificar el hundimiento de ese pilar. Y en nuestro país ya no queda apenas ninguno en pie. El efecto deletéreo de Zapatero está disolviendo la Democracia, la Nación y casi todos los principios de solidaridad y cohesión en que se sustentaba nuestra convivencia. Así como el sustrato económico que mantenía ese factor de estabilidad social que es la clase media.
No voy a cuestionar la sentencia, pero sí voy a matizar el triunfalismo con que ha sido acogida por la izquierda, porque en el fondo esta sentencia le da la razón en lo sustancial a quienes habían recurrido la nueva asignatura. La asignatura no es objetable, como no lo son las Matemáticas o la Física, ha sentenciado el Supremo, pero ha introducido dos matices que dan la razón a sus detractores, precisamente en los motivos por los que la rechazaban.
1.- EpC no permite a las autoridades administrativas o escolares, ni a los profesores, imponer a los alumnos criterios morales o éticos que son objeto de discusión en la sociedad. Su contenido debe centrarse en la educación de principios y valores constitucionales.
2.- Se podrán recurrir los manuales de la asignatura. Por los extractos que se han publicado y que hemos tenido ocasión de leer, los contenidos o, al menos, el enfoque de la asignatura era absolutamente distinto de unos centros a otros.
¿No son esas dos cosas las que recurrían los objetores?
Pero la sentencia, decía, ha venido a certificar el hundimiento de ese pilar básico de la Democracia, que quizás estaba ya hueco y carcomido desde hace tiempo, inservible por tanto.
Ahora resulta que el Gobierno conocía la sentencia desde antes de que el Tribunal la hiciera pública -la emitiera- de manera oficial. Dos días antes la ministra rodaba un vídeo de valoración, con un atuendo diferente al que llevaba el día en que se hizo pública la sentencia, que era colgado en Youtube.
El presidente del Tribunal Supremo de los Estados Unidos se equivocó al dictar la fórmula del juramento de Obama en su toma de posesión, que el presidente repitió fielmente, equivocándose a su vez, y aunque aquel desliz no afectó para nada al contenido del juramento, al día siguiente se repitió el formalismo, para que no quedara ninguna duda sobre su validez. Y es que en democracia el respeto a las formas es una garantía del respeto a los principios de fondo. Aquí las formas se han vulnerado flagrantemente, filtrando al Gobierno anticipadamente una sentencia que sólo debería haber conocido cuando se hizo el comunicado oficial, y nunca antes.
Cabrera reconoce que grabó el vídeo sobre la sentencia de EpC antes de que se hiciese pública
En cualquier democracia occidental este lamentable episodio hubiera supuesto un auténtico escándalo público y conllevaría la dimisión de al menos el Presidente del Tribunal Supremo. Aquí no pasará nada.
PD.: En cualquier caso, la sentencia ha supuesto un balón de oxígeno para el Gobierno, acosado por las malas noticias económicas y después del fiasco que les ha supuesto la pobrísima imagen de Zapatero en televisión, al que la mentira ya no le funciona con la eficacia de antes. Exprimirá, pues, esta sentencia.
Pero, recordemos, la sentencia dice lo que dice, y no otra cosa.
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3 comentarios:
Esta sentencia no mata a Montesquieu, Montesquieu lleva muerto muuuuchos años, esto es solo una consecuencia más de su asesintato hace tres décadas.
Si no hay separación de poderes, no hay democracia, y en España no hay separación de poderes, no ya desde 1985, sino desde 1978.
Oroel, no entiendo por qué razón dices ahora que ZP "está disolviendo la democracia", cuando hace unos meses decías que "lo nuestro no es una democracia y que, si alguna vez lo fue, ha degenerado con una rapidez inusitada".
A República Rojigualda:
Tienes razón. De vez en cuando incurro en flagrantes contradicciones. Soy como Magdalena Álvarez: humano.
Ja, ja, ja... Maleni es mucho más humana, dónde va a parar.
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