Muchos políticos acaban distanciándose tanto de sus electores y de los militantes de sus partidos que al final parece que sólo se representan a sí mismos. Pero el oficio de político es esencialmente y ante todo un ejercicio de representación. Están en política y ocupan sus cargos en representación de alguien.
Uno de los signos más evidentes del deterioro de nuestro sistema político, que ha degenerado en partitocracia, es que quienes olvidan la representación que ostentan nunca o muy rara vez son barridos, como debieran, de la escena pública.
Es el caso de Alicia Sánchez-Camacho, recién elegida presidenta del PP catalán o de Alberto Núñez Feijoo, presidente del PP gallego. Ninguno de los dos debería estar ya en la política activa. O no, al menos, en las filas del PP.
La líder del PP catalán no firmará el manifiesto por el castellano: "Conviven con normalidad las dos lenguas"
Dice esta señora que no firmará ese Manifiesto “porque no es necesario hacerlo”. Y es legítimo pensarlo, por supuesto. Pero no es legítimo ostentar la representación de un partido donde con seguridad más del 90% de los votantes considera que sí es necesario, hoy más que nunca, firmarlo. Si piensa así no está representando lealmente a quien dice representar. Por lo tanto, no debiera tener ningún cargo institucional ni orgánico en representación del PP, ni posiblemente debería militar en ese partido.
¿Y qué decir de Núñez Feijoo, salvo que parece haber perdido el oremus?
Núñez Feijóo dice que defenderá "la doble nacionalidad" de los gallegos
Anticipo -y sé que corro el riesgo de equivocarme- un claro retroceso del PP en las próximas elecciones gallegas. Y merecido. No se puede pretender que te renueven la representación aquellos a quienes tan mal representas.
Uno de los signos más evidentes del deterioro de nuestro sistema político, que ha degenerado en partitocracia, es que quienes olvidan la representación que ostentan nunca o muy rara vez son barridos, como debieran, de la escena pública.
Es el caso de Alicia Sánchez-Camacho, recién elegida presidenta del PP catalán o de Alberto Núñez Feijoo, presidente del PP gallego. Ninguno de los dos debería estar ya en la política activa. O no, al menos, en las filas del PP.
La líder del PP catalán no firmará el manifiesto por el castellano: "Conviven con normalidad las dos lenguas"
Dice esta señora que no firmará ese Manifiesto “porque no es necesario hacerlo”. Y es legítimo pensarlo, por supuesto. Pero no es legítimo ostentar la representación de un partido donde con seguridad más del 90% de los votantes considera que sí es necesario, hoy más que nunca, firmarlo. Si piensa así no está representando lealmente a quien dice representar. Por lo tanto, no debiera tener ningún cargo institucional ni orgánico en representación del PP, ni posiblemente debería militar en ese partido.
¿Y qué decir de Núñez Feijoo, salvo que parece haber perdido el oremus?
Núñez Feijóo dice que defenderá "la doble nacionalidad" de los gallegos
Anticipo -y sé que corro el riesgo de equivocarme- un claro retroceso del PP en las próximas elecciones gallegas. Y merecido. No se puede pretender que te renueven la representación aquellos a quienes tan mal representas.
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23 comentarios:
Y tu, Oroel, ¿firmarias el manifiesto?.
Estimada voz de la conciencia (tan injustamente despreciada en los tiempos que corren): yo firmé el
Manifiesto los primeros días.
Entonces, Oroel, eres de los que piensas que "las distintas modalidades lingüísticas de España son un patrimonio cultural que será objeto de especial respeto y protección" es una disposición generosa. Que las lenguas "autonómicas" solo deben servir para el trato cortés y disfrutar de las actividades culturales o que la "cultura castellana" es la cultura oficial de España.
“Querida voz de la conciencia (tan injustamente despreciada en los tiempos que corren): No confundas, no confundas... Una cosa es que las lenguas españolas (las distintas modalidades lingüísticas) sean objeto de especial respeto y protección (lo que puede hacerse mediante políticas incentivadoras hasta el despilfarro) y otra muy distinta que para respetarlas y protegerlas debamos vulnerar derechos y libertades fundamentales (el derecho a la educación en la lengua materna, tan querido y ponderado por la propia UNESCO). O que para ese respeto y protección hayamos de vulnerar incluso la Constitución. Porque si las modalidades lingüísticas merecen respeto y protección, los inalienables derechos de los ciudadanos -estos sí, titulares de derechos, que no las lenguas- los merecen mucho más, por encima de cualesquiera otros, ficticios o colectivos. No estamos hablando de lingüística, ni de conservación de patrimonios culturales: estamos hablando de derechos. Y sólo hay unos titulares de derechos: las personas.
Querida voz de la conciencia: estoy dispuesto a dejarme cortar la mano por defender tu derecho a educar a tus hijos en tu lengua materna, sea ésta el vasco, el catalán o el gallego; pero estoy dispuesto a cortártela a ti como oses limitar mi derecho a educar a los míos en su lengua materna, el castellano. Ese es mi ideario liberal. Intransigente en la defensa de las libertades. ¿Te parece bien?
Otro día, Oroel, y si así lo consideras oportuno, podemos hablar de todo eso que expones. Pero ahora estábamos hablando del manifiesto y lo que en él se "manifiesta". Mantengo la pregunta.
Pues bien, mantengo la respuesta: lo he firmado, sí.
¿Sabes lo que pasa, Oroel?. Pues que en los tiempos que corren no te puedes fiar de nadie.Fijate que hasta corren muchos "fachorrillos" (lo digo con cariño) con piel de liberal. Me ha enternecido el alegato "liberal" que has desarrollado. Pero no convence. Puedes repetirte hasta la saciedad lo "liberal que eres". Pero la realidad es la que es. Ningún liberal auténtico suscribiría el manifiesto. Repito, el Manifiesto. Y digo el manifiesto y no la libertad de elección de lengua de la escolarización. Porque algunos pretenden hacer ver que estan ligados entre sí, pero no es así. Antes, ya te he puesto algunos ejemplos de frases y palabras que utiliza el manifiesto. Nada mas lejos del liberalismo que el hablar de "cultura oficial", "generosidad", "en el ámbito de la cortesía", etc. Esas manifestaciones no son liberales. Y por ello mantengo que tu no lo eres. Eres el típico español de derechas de la "una, grande y libre". En resumen, un nacionalista español. Es decir, eres aquello que tanto criticas.
Estimada voz de la conciencia:
Puedes concluir lo que quieras y yo no soy quien para enderezar -no podría- los intrincados vericuetos mentales en los que fabricas tus conclusiones, sin ningún sustento lógico. Toda tu argumentación se desmorona formulando una simple pregunta, eso sí, repetida.
Haces, por ejemplo, una afirmación: “Ningún liberal auténtico suscribiría el manifiesto”. ¿Por qué? Arguméntalo.
Permíteme reproducirte algunos párrafos del artículo de un dirigente de UPyD: “El Manifiesto establece textualmente como premisa que “todas las lenguas oficiales en el Estado son igualmente españolas y merecedoras de protección institucional como patrimonio compartido” y que “en las autonomías bilingües cualquier ciudadano español tiene derecho a ser atendido institucionalmente en las dos lenguas oficiales”, y se recomienda la rotulación oficial bilingüe”. ¿Tienes alguna objeción? ¿Es eso mentira? ¿No lo dice el Manifiesto? ¿No te parece liberal o no lo suficientemente liberal? ¿No podrías suscribir esas afirmaciones o esas pretensiones del Manifiesto? ¿No te parece bien que en las autonomías bilingües cualquier ciudadano español pueda ser atendido institucionalmente en las dos lenguas oficiales?
“Eso sí, el texto propone soluciones no impositivas para la convivencia de todas las lenguas y hace hincapié en los derechos individuales: todo ciudadano tiene derecho a utilizar la lengua de su elección en la escuela, ante la administración o en su negocio. También, por supuesto, los catalanohablantes; parece mentira tener que aclararlo, pero los que lo niegan obligan constantemente a ello (...)” ¿No te parecen correctas o adecuadas –o suficientemente liberales- las soluciones no impositivas que propone el Manifiesto? ¿Te gustan más –o te parecen más liberales- las soluciones impositivas que proponen los nacionalistas en sus respectivas comunidades autónomas?
Pero dices en tu escrito: “Nada mas lejos del liberalismo que el hablar de "cultura oficial", "generosidad", "en el ámbito de la cortesía", etc. Esas manifestaciones no son liberales”. Y de nuevo me veo obligado a repetir mi pregunta: ¿Por qué? Arguméntalo. Yo no acepto, como ves, afirmaciones axiomáticas y gratuitas. Yo quiero que me las demuestres, y si no eres capaz de demostrarlas, de argumentarlas convincentemente, no me valen. Ni deberían valerte a ti.
Concluir en base a esos axiomas, de momento indemostrados y posiblemente indemostrables, que soy “el típico español de derechas de la "una, grande y libre"” es de una endeblez argumental desoladora y decepcionante.
Mi conciencia es mucho más rigurosa y estricta.
¿Sabes lo que pasaa Oroel?. PÑues que estamos hablando del Manifiesto y no de lo que se diga o deje de decir. Porque, claro, si nos ponemos a buscar sentenciales "liberales", seguro que incluso en El Capital o en el Mein Kampf encontramos alguna. Y el Manifiesto habla de "generosidad", de "cultura oficial", de aprender para el trato "cortés", etc. Y eso no es "liberal". Eso es típico del estado "centralista-nacionalista".
Querida voz de la conciencia:
Me dejas sin habla, próximo a la perplejidad, porque no entiendo tus argumentos. El Manifiesto dice lo que dice, y a mí, personalmente, me parece irreprochable desde un punto de vista intelectual y de respeto de los derechos ciudadanos. Por lo tanto, perfectamente asumible. Yo no puedo juzgarlo, ni lo pretendo, sobre juicios de intenciones, sino exclusivamente por lo que dice. Y como lo que dice me gusta más –mucho más- que la realidad que denuncia –que no me gusta nada-, pues lo aplaudo y suscribo.
No se me ocurriría buscar sentencias liberales en el Capital o en el Mein Kampf, porque ninguno de ambos textos son liberales. En cambio el Manifiesto lo es. Fundamentalmente y globalmente lo es: liberal. Mientras que las normas que denuncia no lo son; es más, esas normas son esencialmente totalitarias y liberticidas.
Si hablar de generosidad y de cortesía (y no sé si de cultura oficial) es propio del Estado centralista-nacionalista me puedo sentir tentado a concluir que esa opción es preferible a la que sea insolidaria y descortés. ¿El Estado descentralizado no es generoso ni cortés? Pues razón de más para abominar de él. ¿Es eso lo que querías decir? No sé que tiene que ver la cortesía o la falta de ella con el liberalismo, el centralismo y demás. Deberías tratar de explicarte mejor.
Pero vamos a ver, Oroel, ¿tu te has leido lo que suscribes (en este caso el Manifiesto)?. Porque las preguntas que haces parecen indicar que no lo has hecho.
Sí, me lo leí hace tiempo, a los dos o tres días de ser publicado. Y sigo sin entender qué quieres decir. ¿Que no es liberal? ¿Que no es más respetuoso con los derechos ciudadanos que las normas que combate?
Efectivamente, Oroel, no te lo has leído. Quizás, como máximo, te leístes el título y directamente lo firmastes. Si quieres saber a que me estoy refiriendo, leetelo (completo) y lo comprenderás.
Querida voz de la conciencia:
Perdona, pero sí que me lo leí, completo. Y no recuerdo que contuviera nada con lo que disentir, ni que me chirriara o me llamara la atención; nada que me supusiera algún tipo de escrúpulo o incomodidad intelectual o moral a la hora de firmarlo.
Quizás acabaríamos antes si me dijeras con qué parte del Manifiesto no estás de acuerdo, o si estás más de acuerdo con la situación que denuncia.
Precisamente ese es el problema Oroel. Que no encontrases nada que te chirriara, te incomodara, te llamara la atención, que te supusiera ningún escrúpulo o algo con lo que disentir.
¿Problema? ¿Dónde ves tú el problema? Simplemente me pareció asumible, sin más. ¿O te resulta tan difícil de entender que pueda haber un manifiesto sobre un tema concreto con que el que se pueda estar totalmente de acuerdo? Eso será un problema para tí; no para mí. Y te recuerdo que todavía no me has inidcado con que disientes, si es que lo haces.
Pensaba, Oroel, que una persona tan letrada como tú ya lo había visto en los comentarios escuetos que he hecho. Pero, en fín, parace que no ha sido suficiente. Bueno, A continuación paso a explicartelo. Y que conste que no hay ningún juicio de valor y todos los comentarios que voyu a hacer lo son en base al texto de Manifiesto, no a lo que se cree que quiere decir o interpretaciones que pueda hacer alguien.
El Manifiesto, Oroel, es infumable por casi todos los costados. Para empezar, se nos quiere hacer ver la gran ventaja de poder disponer del castellano, atribuyéndole valores casi sobre o paranormales: “...su papel como lengua principal de comunicación democrática ...”. Y esta idea queda reforzada: “Y contar con una lengua política común es una enorme riqueza para la democracia, ... “. No se lo que opinaran los suizos al respecto, pero debe ser que su democracia no es tan “rica” como la nuestra.
Pero es que, para acabar de arreglarlo, dice: “...es una enorme riqueza para la democracia, aún más si se trata de una lengua de tanto arraigo histórico en todo el país ...”. Será porque en tiempos lejanos y no tan lejanos, en base a esa lengua, se prohibía el uso de otras fuera del ámbito familiar. Y, tampoco, es que nos hayamos de enorgullecer de nuestro arraigo histórico, sobre todo de los últimos doscientos años, aproximadamente. Como colofón de las grandes ventajas del castellano, resulta que (no se donde lo pone), pero: “...porque en España hay diversas realidades culturales pero sólo una de ellas es universalmente oficial en nuestro Estado democrático.”. Resulta que aquello que se critica con el catalán y los Países Catalanes, se le aplica al castellano. Y, además, resulta que la cultura castellana es la única “universalmente oficial en nuestro Estado democrático”. Vamos, que la cultura castellana es “universal” y “oficial” en el estado democrático (y en el dictatorial, diría yo).
¿Y que pasa con el resto de lenguas del estado?. Pues que, para empezar, las llama “lenguas autonómicas”. Mal principio pero no es muy grave. Pero, a partir de aquí, ya empezamos con las minusvaloraciones: “En las comunidades bilingües es un deseo encomiable aspirar a que todos los ciudadanos lleguen a conocer bien la lengua cooficial,”. Es decir, que se presupone que lengua oficial solo hay una. Pero no, las dos son cooficiales, luego empezamos con las confusiones medidas. Siguiendo con ese criterio, el bilingüismo se reduce a un deseo encomiable. Es decir, de bilingüismo nada. Por eso, “... tal aspiración puede ser solamente estimulada, no impuesta ...”.
Pero esto no nos debe de extrañar porque con las lenguas ya no pasa como con las autonomías: “Es decir, hay una asimetría entre las lenguas españolas oficiales, lo cual no implica injusticia.”. Es decir, nada de igual entre lenguas y, por consiguiente, nada de igual entre ciudadanos que desen hablar una u otra. Y todo esto ¿porqué?. ¿Por justicia?, ¿por derechos?. No, por generosidad: “Ciertamente, el artículo tercero, apartado 3, de la Constitución establece que «las distintas modalidades lingüísticas de España son un patrimonio cultural que será objeto de especial respeto y protección». Nada cabe objetar a esta disposición tan generosa ...”.
Pero eso sí, las “lenguas autonómicas” deben constar en los planes de estudio: “Las lenguas cooficiales autonómicas deben figurar en los planes de estudio de sus respectivas comunidades en diversos grados de oferta, pero nunca como lengua vehicular exclusiva.”. Pero para conseguir ¿él qué?. Pues en otro apartado, el Manifiesto, nos lo aclara: “Es lógico suponer que siempre habrá muchos ciudadanos que prefieran desarrollar su vida cotidiana y profesional en castellano, conociendo sólo de la lengua autonómica lo suficiente para convivir cortésmente con los demás y disfrutar en lo posible de las manifestaciones culturales en ella.”. Es decir, para poder desear los buenos días o el buen provecho y, además, para poder aclararse en las competiciones de aizkolaris o de castellers, por ejemplo. Vamos otra asignatura de “las marías”.
Lo curioso del caso es que tanto criticar a los presidentes del gobierno y ministros de que no conocen otras lenguas y, encima, el manifiesto dice esto: “Los representantes políticos, tanto de la administración central como de las autonómicas, utilizarán habitualmente en sus funciones institucionales de alcance estatal la lengua castellana lo mismo dentro de España que en el extranjero, salvo en determinadas ocasiones características.”. Entonces, ¿para qué han de aprender otras lenguas?. ¿Y tampoco se podrá hablar en el Senado?.
Vamos, Oroel, como decían aquellos: “Santiago y cierra España (generosa, eso sí)”. En resumen, el Manifiesto es una sublimación de las cualidades del castellano, una minusvaloración del resto de lenguas españolas y el cobijo letrado de los postfranquistas (generosos, eso sí).
“Y que conste que no hay ningún juicio de valor...” “El Manifiesto es infumable por casi todos los costados”.
Veamos: ¿de verdad quieres que discuta todo esto? Estoy tentado de incurrir en la grosería de negarme. ¿Me vas a hacer esforzarme para esto?
¿Contar con una lengua –no sé si política o no- común no es una gran riqueza para la democracia y para todo lo demás?
¿Tiene acaso la culpa el castellano o los castellanohablantes de que en años recientes se prohibiera el uso de otras? ¿Han de purgar aquel pecado?
¿Acaso no es universalmente común? –El “universalmente” es un adverbio que se refiere a España, a la totalidad de... y que incluso excede ampliamente de ese ámbito.
¿Deben figurar, según tú, las otras lenguas como lengua vehicular exclusiva? ¿Evitar que esas lenguas minoritarias sean la lengua vehicular exclusiva debe tratar de conseguir algo? ¿Te parece poco si se trata de conseguir la preservación de la libertad de elección y de enseñanza en la lengua materna? ¿No sería un objetivo suficientemente fuerte y loable?
“Pero no, las dos son cooficiales, luego empezamos con las confusiones medidas. Siguiendo con ese criterio, el bilingüismo se reduce a un deseo encomiable. Es decir, de bilingüismo nada”. ¿Qué has dicho de los juicios de intenciones? ¡Venga ya!
“En resumen, el Manifiesto es una sublimación de las cualidades del castellano, una minusvaloración del resto de lenguas españolas y el cobijo letrado de los postfranquistas (generosos, eso sí)”. Me aburres: el Manifiesto es una manifiesto por la Libertad. No hablamos de lenguas, entérate de un vez: hablamos de la Libertad. Y si a estas alturas no lo has entendido, difícilmente lo harás.
Por mi parte la discusión ha terminado. Hace tiempo que ya no es ni interesante ni fructífera.
No lo tomes como descortesía. Es un favor que te hago para que no pierdas más el tiempo. Ni me lo hagas perder a mí.
Un cordial saludo y hasta siempre.
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