El principal objetivo de los publicistas -y también de los políticos- es acertar con el mensaje, que éste tenga éxito. Ello se traduce en aumento de ventas para unos y votos para los otros.
Pues bien, el PSOE dispone de auténticos maestros en ese difícil arte mientras que el PP parece haber reclutado a los más torpes del oficio.
Saber convencer a base de mentiras de que las cosas son distintas de como son realmente requiere cierta habilidad, aunque tampoco mucha. La mentira es vieja como el mundo y siempre ha tenido éxito, aunque siempre transitorio. Y esa es la habilidad que está demostrando el PSOE: Zapatero, Blanco, Rubalcaba, Fernández de la Vega... Un elenco de virtuosos.
Pero no ser capaz de convencer a la mayoría de que las cosas son como son cuando hay datos, evidencias y antecedentes más que sobrados exige una mayor dosis de torpeza en el arte de la comunicación. Que es la que está demostrando el PP, incapaz de contrarrestar con eficacia las insidias de sus oponentes.
Me explicaré: mientras que el PSOE consigue hacer creíbles para amplias capas de la sociedad mensajes que la realidad desmiente un día tras otro, el PP no consigue hacer llegar ni siquiera aquellos otros que vienen avalados por hechos y datos contrastables.
Por ejemplo, tras el acuerdo escenificado la semana pasada entre Zapatero y Rajoy todo el mundo ha percibido que era el PP quien retornaba al escenario del consenso acabando con su política de oposición frontal -de crispación, en palabras de Pepiño-, cuando la realidad ha sido exactamente la contraria: que el PSOE ha dado un auténtico giro de 180 grados en su política antiterrorista. Para ser creíble sólo hubiera hecho falta que dejara sin efecto la autorización concedida por el Parlamento para dialogar con ETA, aunque es obvio que nunca le hizo falta. ¿Por qué no renuncia a esa autorización? Hay dos razones: porque hacerlo sería el reconocimiento explícito de su error y porque quizás todavía conserva la esperanza de un final dialogado; o quizás nunca se han cerrado del todo los cauces del diálogo con la banda terrorista y su entorno radical. De Zapatero puede esperarse cualquier cosa. Sabido es que miente. Mucho. No ha hecho otra cosa en su primera legislatura.
Y si el PSOE todavía conserva esas cartas en la manga y vistos los antecedentes, ¿puede fiarse Rajoy?
«La postura del Gobierno sobre ETA ha girado 180 grados»
Pues bien, el PSOE dispone de auténticos maestros en ese difícil arte mientras que el PP parece haber reclutado a los más torpes del oficio.
Saber convencer a base de mentiras de que las cosas son distintas de como son realmente requiere cierta habilidad, aunque tampoco mucha. La mentira es vieja como el mundo y siempre ha tenido éxito, aunque siempre transitorio. Y esa es la habilidad que está demostrando el PSOE: Zapatero, Blanco, Rubalcaba, Fernández de la Vega... Un elenco de virtuosos.
Pero no ser capaz de convencer a la mayoría de que las cosas son como son cuando hay datos, evidencias y antecedentes más que sobrados exige una mayor dosis de torpeza en el arte de la comunicación. Que es la que está demostrando el PP, incapaz de contrarrestar con eficacia las insidias de sus oponentes.
Me explicaré: mientras que el PSOE consigue hacer creíbles para amplias capas de la sociedad mensajes que la realidad desmiente un día tras otro, el PP no consigue hacer llegar ni siquiera aquellos otros que vienen avalados por hechos y datos contrastables.
Por ejemplo, tras el acuerdo escenificado la semana pasada entre Zapatero y Rajoy todo el mundo ha percibido que era el PP quien retornaba al escenario del consenso acabando con su política de oposición frontal -de crispación, en palabras de Pepiño-, cuando la realidad ha sido exactamente la contraria: que el PSOE ha dado un auténtico giro de 180 grados en su política antiterrorista. Para ser creíble sólo hubiera hecho falta que dejara sin efecto la autorización concedida por el Parlamento para dialogar con ETA, aunque es obvio que nunca le hizo falta. ¿Por qué no renuncia a esa autorización? Hay dos razones: porque hacerlo sería el reconocimiento explícito de su error y porque quizás todavía conserva la esperanza de un final dialogado; o quizás nunca se han cerrado del todo los cauces del diálogo con la banda terrorista y su entorno radical. De Zapatero puede esperarse cualquier cosa. Sabido es que miente. Mucho. No ha hecho otra cosa en su primera legislatura.
Y si el PSOE todavía conserva esas cartas en la manga y vistos los antecedentes, ¿puede fiarse Rajoy?
«La postura del Gobierno sobre ETA ha girado 180 grados»
Y el mismo día en que acusa al PP de proponer recortes sociales cuando éste solicita una política de austeridad en el gasto, nos anuncian que la dotación inicial de la Ley de Dependencia se va a reducir de momento en varios cientos de millones de euros. Pero ante la opinión pública sólo ha calado la idea de que el PP quiere reducir las prestaciones sociales, cuando nunca ha dicho eso.
Y ante la crisis económica, José Blanco la atribuye ahora al PP por haber apoyado en su momento la guerra de Irak. Como si no hubieran pasado más de cuatro años, como si ellos no hubieran gobernado desde entonces. ¿Entonces, los buenos resultados económicos de los que presumían hasta ahora, con la guerra de Irak todavía más reciente, a quién cabe atribuírselos? ¿Y el estallido de la burbuja inmobiliaria largamente anunciada también cabe atribuírsela a la guerra de Irak? ¿Y nuestros imprudentes niveles de dependencia del petróleo? ¿Y nuestra deuda exterior? ¿Y nuestro diferencial de inflación?
Blanco exige a Rajoy que se arrepienta públicamente de la guerra de Irak
Con un equipo solvente y carente de complejos en el PP, José Blanco debería tener miedo de abrir de boca, tal debiera ser la contundencia de las respuestas. Y es evidente que no lo tiene. Miedo de hablar, quiero decir.
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