Quiero decir, los primeros cien días de su segundo gobierno, claro, cuando está recogiendo los frutos de lo que sembró en el primero.La economía de un país del tamaño de España no puede responder automáticamente. Tiene una notable inercia, por lo que las consecuencias de las medidas adoptadas, o dejadas de tomar, en una legislatura, se recogen en la siguiente. Es lo que está pasando.
Zapatero se jactaba de los buenos datos económicos registrados en la legislatura pasada, sin advertir, o advirtiéndolo pero atribuyéndoselo a su buena gestión, que eran consecuencia de las decisiones correctas tomadas en su momento por el Gobierno anterior. Así llegamos al final de la legislatura con uno de los mayores superávits de las cuentas públicas registrados nunca. Algo que a Zapatero, tan ignorante de estos temas -y de tantos otros- le infundió una peligrosa y falsa sensación de seguridad.
Pero ahora estamos recogiendo los frutos de su gestión, inexistente y frívola, en materia económica. En cien días el superávit se ha evaporado. Las administraciones públicas ya registran déficit.
Sin embargo el tipo no ceja. Ayer mismo celebró por todo lo alto los primeros cien días de su segundo gobierno. Pero el mejor análisis de esa celebración es el que ofrece Carrascal en su artículo del ABC de hoy: “Menudo es el «presi». ¿No le vieron ayer vendiendo sus primeros cien días como si nos hubiese tocado a todos los españoles la lotería?”
¿Ustedes creen que les ha tocado? La lotería, quiero decir.
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