En el mes de mayo de 2005 el PSOE presentó una moción ante el Congreso de los Diputados que fue respaldada por todos los grupos de la Cámara, excepto por el PP, el día 17 de ese mismo mes.
El punto 2 de la propuesta socialista defiende el "final dialogado" de ETA en condiciones estrictas de ausencia de violencia. Observen la frase: “...fundamentadas en una clara voluntad para poner fin a la misma [a la violencia] y en actitudes inequívocas que puedan conducir a esa convicción...”. Las “actitudes inequívocas” han estado a la vista desde entonces: robo de las pistolas en Francia, continuación de la extorsión, recrudecimiento de la violencia callejera, tres muertos (dos de ellos en el atentado de Barajas), aparición de zulos con explosivos, desarticulación de comandos fuertemente armados y con listas actualizadas de objetivos... Pero Zapatero incumplió -también- las condiciones aprobadas por el Congreso, y a pesar de todas las evidencias en contrario, parece que el diálogo ha continuado.
Además, en ese mismo acto Zapatero se comprometió a “pedir permiso” al Congreso para el inicio del diálogo con ETA. Aquel compromiso lo transformó luego en una simple promesa de “comunicar” a la Cámara el inicio de la negociación. Finalmente, el 29 de junio de 2006, sin tan siquiera dignarse a dirigirse a los diputados, aprovechó el día del último pleno del periodo de sesiones para hacer una declaración institucional sin preguntas ante los periodistas ¡en el vestíbulo del edificio!. Recordemos que Rodríguez Zapatero prometió convertir al Parlamento en centro y eje de la vida política, pero, evidentemente, todos entendimos otra cosa. Quizás pensó que con su comparecencia ante los periodistas conseguía engañar a la opinión pública. Pero, evidentemente, pedir permiso al Congreso no es lo mismo que comunicar en el pasillo de ese edificio a los periodistas el inicio de las conversaciones. Zapatero siempre se ha burlado de la democracia.
En esa comparecencia ante los periodistas prometió a los vascos el derecho a “decidir libremente su futuro”. ¿Derecho de autodeterminación? ¿No excede de sus competencias constitucionales y de sus posibilidades como presidente del Gobierno prometer tales cosas? ¿Ante los periodistas además?
También se comprometió a “informar” en septiembre del curso de las negociaciones. Pero de ellas nunca más se supo, salvo lo que se ha ido filtrando por la propia banda terrorista: que hay unos compromisos firmados. (¿Habrá sido tan tonto el Gobierno o sus enviados de firmar algo con una banda terrorista?)
En las últimas detenciones de etarras se ha sabido algo demoledor, insólito en la historia del terrorismo mundial: que en las listas de objetivos de la banda estaban expresamente excluidos los miembros del Gobierno y del PSOE, salvo aquellos pocos y valientes socialistas críticos con la doctrina oficial. Y por el contrario, están amenazados quienes se oponen al Gobierno. Lo que pone sobre la mesa una conclusión gravísima: si los terroristas luchan contra el Estado -ello es consustancial a todo terrorismo- e indultan expresamente al Gobierno es porque han encontrado en éste un aliado para sus objetivos. Algo que muchos nos temíamos, aunque resultara difícil de aceptar: que los objetivos de ETA y del propio gobierno socialista pudieran coincidir. El desguace territorial del Estado, los cambios constitucionales introducidos tramposamente en los nuevos estatutos aprobados, al margen de los mecanismos legales y de las consultas a todo el pueblo español previstas en la Constitución..., todo aquello que nos inquietaba del comportamiento del Gobierno parece coincidir con los objetivos de ETA. Además, claro, de todo aquello que hayan acordado, y que desconocemos.
El punto 2 de la propuesta socialista defiende el "final dialogado" de ETA en condiciones estrictas de ausencia de violencia. Observen la frase: “...fundamentadas en una clara voluntad para poner fin a la misma [a la violencia] y en actitudes inequívocas que puedan conducir a esa convicción...”. Las “actitudes inequívocas” han estado a la vista desde entonces: robo de las pistolas en Francia, continuación de la extorsión, recrudecimiento de la violencia callejera, tres muertos (dos de ellos en el atentado de Barajas), aparición de zulos con explosivos, desarticulación de comandos fuertemente armados y con listas actualizadas de objetivos... Pero Zapatero incumplió -también- las condiciones aprobadas por el Congreso, y a pesar de todas las evidencias en contrario, parece que el diálogo ha continuado.
Además, en ese mismo acto Zapatero se comprometió a “pedir permiso” al Congreso para el inicio del diálogo con ETA. Aquel compromiso lo transformó luego en una simple promesa de “comunicar” a la Cámara el inicio de la negociación. Finalmente, el 29 de junio de 2006, sin tan siquiera dignarse a dirigirse a los diputados, aprovechó el día del último pleno del periodo de sesiones para hacer una declaración institucional sin preguntas ante los periodistas ¡en el vestíbulo del edificio!. Recordemos que Rodríguez Zapatero prometió convertir al Parlamento en centro y eje de la vida política, pero, evidentemente, todos entendimos otra cosa. Quizás pensó que con su comparecencia ante los periodistas conseguía engañar a la opinión pública. Pero, evidentemente, pedir permiso al Congreso no es lo mismo que comunicar en el pasillo de ese edificio a los periodistas el inicio de las conversaciones. Zapatero siempre se ha burlado de la democracia.
En esa comparecencia ante los periodistas prometió a los vascos el derecho a “decidir libremente su futuro”. ¿Derecho de autodeterminación? ¿No excede de sus competencias constitucionales y de sus posibilidades como presidente del Gobierno prometer tales cosas? ¿Ante los periodistas además?
También se comprometió a “informar” en septiembre del curso de las negociaciones. Pero de ellas nunca más se supo, salvo lo que se ha ido filtrando por la propia banda terrorista: que hay unos compromisos firmados. (¿Habrá sido tan tonto el Gobierno o sus enviados de firmar algo con una banda terrorista?)
En las últimas detenciones de etarras se ha sabido algo demoledor, insólito en la historia del terrorismo mundial: que en las listas de objetivos de la banda estaban expresamente excluidos los miembros del Gobierno y del PSOE, salvo aquellos pocos y valientes socialistas críticos con la doctrina oficial. Y por el contrario, están amenazados quienes se oponen al Gobierno. Lo que pone sobre la mesa una conclusión gravísima: si los terroristas luchan contra el Estado -ello es consustancial a todo terrorismo- e indultan expresamente al Gobierno es porque han encontrado en éste un aliado para sus objetivos. Algo que muchos nos temíamos, aunque resultara difícil de aceptar: que los objetivos de ETA y del propio gobierno socialista pudieran coincidir. El desguace territorial del Estado, los cambios constitucionales introducidos tramposamente en los nuevos estatutos aprobados, al margen de los mecanismos legales y de las consultas a todo el pueblo español previstas en la Constitución..., todo aquello que nos inquietaba del comportamiento del Gobierno parece coincidir con los objetivos de ETA. Además, claro, de todo aquello que hayan acordado, y que desconocemos.
¿Porque -y esto añadiría un punto de infamia que resulta desalentador incluso pensar- no habrán pactado también su impunidad? ¿No estará eso también en los acuerdos firmados?
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