viernes, enero 06, 2012

Lo superfluo

Centro de las Artes y la Tecnología. Zaragoza.
Despilfarro: gasto excesivo o superfluo.

Uno de los principales objetivos de Rajoy es el control del déficit. Parece razonable. O más todavía, imprescindible, pues el déficit crónico no hace sino aumentar la deuda y ésta nos acabará asfixiando, a nosotros o a las generaciones futuras. 

Nada me parece más insolidario que pagar el gasto corriente o, peor todavía, las inversiones estúpidas, sin utilidad ni demanda, con deuda, pues habrán de afrontar su pago quienes ahora no tienen ni siquiera capacidad de decisión. Y para pagar nuestros servicios públicos actuales, nuestro elevado nivel de vida, les hipotecamos el futuro a ellos, a nuestros hijos y nuestros nietos. 

Rajoy nos acaba de subir los impuestos, incumpliendo una de sus principales promesas electorales. Lo argumenta diciendo que el déficit encontrado no es del 6% del PIB como había dicho Zapatero, sino del 8%. Algo que tampoco debería extrañarnos, dado el historial de incumplimientos y falsedades del personaje, de Zapatero, digo. Quizás por ello la subida de impuestos sea conveniente e incluso inevitable, aunque ya ha generado la lógica desconfianza entre los ciudadanos. El precio de gobernar es la paulatina pérdida de confianza y Rajoy ya ha comenzado a pagar.  

Pero hay muchas alternativas: recortar el gasto superfluo, por ejemplo. 

Circulan por Internet recopilaciones del gasto desbocado de la última década en España que muchos ya habrán visto. Son una estremecedora colección de obras inútiles en las que hemos enterrado miles de millones de euros que hemos detraído de la inversión productiva, con los que hemos llenado España de mamotretos inútiles, infraestructuras inamortizables y edificios que nadie visita ni usa.

Pero no se trata sólo de edificios y obras públicas. Hay muchas estructuras administrativas inútiles, redundantes y solapadas. Las embajadas autonómicas son otro interesante ejemplo.


(¿Tienen Ohio o Texas representaciones en el exterior? ¿Las tienen Gales o Escocia? ¿O alguno de los cantones suizos? ¿O Brandeburgo o Baviera? ¿Por qué sólo los españoles cometemos este tipo de estupideces?)

O las comarcas aragonesas.


Y ahora vayamos a los edificios e infraestructuras, aunque seguro que me dejaré muchos. Verán que hay algunas maravillas arquitectónicas y otras rematadamente feas, pero todas tienen algo en común: su inutilidad. Ni tienen uso ni se sabe en qué emplearlas. Y las que tienen uso, no se amortizarán jamás porque incluso sus gastos financieros son mayores que los ingresos que generan (como el tranvía de Zaragoza, aunque pretendan hacernos creer lo contrario)

Los defensores de este tipo de obras argumentan con los ejemplos de la Torre Eiffel o el Atomium de Bruselas, olvidando que esas fueron obras singulares de una generación, mientras que aquí hemos multiplicado el esfuerzo, construyendo casi una en cada ciudad española. Algo que quizás –seguramente- no nos podíamos permitir.


Una obra de Calatrava, que va a costar alrededor de 150 millones de euros. Posiblemente hay que sumar sobrecostes, como en casi todas las que se van a mostrar en este artículo.
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Santiago de Compostela. 400 millones de euros, después de los inevitables desfases. El despilfarro, lamentablemente, no ha sido exclusivo de un partido político.



Sevilla no podía faltar: Las setas de la Encarnación. 123 millones de euros.
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Y otra obra asturiana, cuyos costes de funcionamiento están resultando inasumibles: 


Zaragoza no podía quedar tampoco al margen. La Exposición Internacional de 2008 ha dejado un abundante muestrario de obras emblemáticas e inútiles en la ciudad. 


En el artículo del enlace, fechado en enero de 2010 se dice lo siguiente: A día de hoy Ibercaja desconoce todavía los usos culturales que dará al Pabellón Puente”. Hoy, dos años más tarde, esa afirmación sigue siendo cierta: no se sabe cuál será su destino. 
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El edificio tiene una peculiaridad: está vacío. Se trata de una estructura hueca (ya he dicho muchas veces que Aragón es la patria del surrealismo y Zaragoza su capital) cuya única misión era albergar la escultura conocida como Splash, que fue uno de los emblemas de la Expo. Hoy la escultura se encuentra troceada y almacenada en unos almacenes municipales.


Pero las obras no se abordaron sólo en la época de aparente abundancia de años pasados, sino que otras se han seguido poniendo en marcha cuando la crisis ya era una evidencia reconocida y aceptada, lo que les otorga aún mayor carga de irresponsabilidad. En la propia Zaragoza hay algún ejemplo próximo sobre el que hablaré más adelante.
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Como hay todo un muestrario de aeropuertos, estaciones de metro y de tren, líneas de cercanías, tranvías,  sobredimensionados, sin estudios razonables de rentabilidad y muchos de ellos, de nuevo, sin uso o con tan poco que lo más sensato es cerrarlos porque no se cubren ni los costes. 

Pero de ellos hablaremos más adelante. Tan escaso muestrario como les he mostrado no agota el impresionante repertorio de estupideces y megalomanías en que han incurrido nuestros gobernantes. 

Estupideces y megalomanías que ahora hay que pagar, claro.
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7 comentarios:

Anónimo dijo...

Efectivamente, el despilfarro realizado especialmente por las dos formaciones politicas donde han gobernado, es escalofriante.Ni PSOE ni PP, han sido capaces de parar esos desatinos o no han querido, o no les han dejado sus socios locales.
Ahora, que no se pueden dar patadas a la deuda y alargarla a mas años, se deben recortar prestaciones y se enzarzan esas dos formaciones politicas en quien ha sido mas derrochador. Lamentable.Pero aun mas desagradable es la mentira mil veces repetida de que habla del deficit oculto.Señor Oroel, un respeto a los Interventores Publicos, y a los funcionarios Públicos

Oroel dijo...

Querido Anónimo:

¿Ha deducido usted de mis palabras alguna falta de respeto por interventores o, en general, funcionarios? ¿Dónde? Me deja usted perplejo.

Y no obstante lo anterior, le diré que conozco funcionarios -como otras personas que no lo son- e incluso, afinando algo más, algún interventor, dignos del mayor desprecio. Pero no se puede generalizar, y yo no lo hago.

Anónimo dijo...

." Lo argumenta diciendo que el déficit encontrado no es del 6% del PIB como había dicho Zapatero, sino del 8%"
En esta información que usted hace suya, y que no niega.Me temo que si reflexiona podrá comprobar que admitir esa máxima supone una grave negligencia de los servicios de Control Públicos.
¿No cree?.Y no hablo de su calidad humana, sino de su tarea como trabajadores .

Oroel dijo...

Los técnicos dan sus datos a sus superiores, los políticos. Son éstos los que dan la información a los ciudadanos. O la ocultan.

Yo no me puedo creer que cuando Zapatero negaba la crisis, que todo el mundo, incluido yo mismo, anunciaba, lo hiciera porque recibía informaciones erróneas de los cientos de asesores de que se rodeó, del gabinete de estudios del Banco de España, del Ministerio de Economía y Hacienda, de las agencias independientes españolas y extranjeras... Ello sería tanto como suponer que todos esos expertos formaban una auténtica legión de inútiles. Y no es el caso.

Quien ha mentido una vez -y Zapatero lo ha hecho docenas de veces- bien puede mentir otra. Siempre le he atribuido a Zapatero ese rasgo característico: la mendacidad. El que haya mentido otra vez es perfectamente coherente con su trayectoria.

Su conclusión, por tanto, relativa a mi supuesta falta de respeto por funcionarios e interventores es errónea. Mi falta de respeto se focaliza en Zapatero, por quien siento un absoluto desprecio, cercano al asco físico.

Anónimo dijo...

Te estás eqivocando Oroel. A Zapatero hay que quererlo. Asi, incluso gobernando el PP, se progresa a nivel personal. Doña Carmen Vela lo ha entendido perfectamente.

Anónimo dijo...

Me he comido la u, perdón.

Oroel dijo...

Que doña Carmen Vela lo ha entendido perfectamente es evidente. Así se progresa adecuadamente. Ella, sí.

Pero mi compromiso evangélico es escaso. Yo no puedo querer a Zapatero. Nos ha hecho mucho daño. Demasiado. A nosotros y a nuestros hijos.

Y aunque es una cuestión menor (menor en comparación con todo lo demás que ha hecho), el tipo me llamó -a mí y a muchos otros- antipatriota, y todavía no se ha disculpado. El cretino de él.


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