En su habitual artículo dominical, Guillermo Fatás nos recuerda en el Heraldo de Aragón que el Tribunal Constitucional sigue sin emitir su esperado fallo sobre la constitucionalidad del Estatuto de Cataluña.
Un asunto que me temo -y como yo muchos- que se resolverá de forma salomónica: en este caso, no de forma sabia, sino cobarde. Posiblemente lo veamos en este primer trimestre del año 2010. Pero no creo que la sentencia, cuando se produzca, sea una buena noticia para nadie, sino que abrirá nuevas grietas en nuestro entramado institucional, ya muy debilitado. Una sentencia interpretativa no hará sino abrir otro periodo de incertidumbres y tensiones.
¿Por qué todavía no ha fallado el Tribunal Constitucional? ¿Creen que si el Estatuto fuera intachablemente constitucional no se hubiera emitido ya la sentencia?
Nos recuerda Guillermo Fatás las palabras de Maragall, que he rastreado y hallado en Internet, pronunciadas en agosto de 2006. Desde entonces seguimos esperando.
“Pasqual Maragall manifestó que con la entrada en vigor ayer del nuevo Estatut de Cataluña tiene «una nueva Constitución, una nueva ley fundamental» que permite a la comunidad «hacer lo que quiera» ya que la presencia del Estado español es «residual». El presidente de la Generalitat sostuvo que gracias al nuevo marco de autogobierno Cataluña es de «todos los territorios de Europa que no son estados, el que más se parece a un estado»”.
Estado residual: esa será la verdadera herencia de Rodríguez. Porque tarde o temprano saldremos de la crisis, pero ha creado y dejado para la posteridad muchos otros problemas.
Y volviendo al Tribunal Constitucional, mucho me temo que la sentencia tendrá un nombre: “traición”.
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