lunes, julio 27, 2009

Huelga general en otoño

El simulacro de negociación auspiciado estos días pasados por el presidente del Gobierno no ha tenido como objetivo llegar a ningún acuerdo con patronal y sindicatos o mediar entre ellos, ni buscar una solución que difícilmente puede hallarse en semejante escenario y con tan poca preparación, como si fuera tan fácil, sino servir de coartada para responsabilizar a los empresarios -y por extensión al PP- de la crisis.

Fíjense que hasta Pedro J. Ramírez, aún consciente de la intrascendencia de los asuntos a discusión, no ha sido capaz de intuir que pudiera haber una razón oculta (y de ahí la irrelevancia de la reunión, porque no era importante en sí misma, sino como escenificación del desacuerdo que ahora el Gobierno y los sindicatos se aprestan a rentabilizar).

No es así como se impulsa la economía.

La idea no es mía, sino que la he leído estos días en los foros de Internet. Hay mucha gente inteligente y lúcida, que extrae consecuencias muy lógicas.

El Presidente es un pésimo gestor, pero un verdadero maestro en eludir responsabilidades y distribuir culpas. Y de aquí al otoño vamos a tener ocasión de ver como se trabaja y completa el argumentario sobre la base de estas negociaciones frustradas, para que al final los responsables de la crisis y de la ausencia de soluciones parezcan ser los empresarios y por supuesto el PP, que en el ideario colectivo se identifica con ellos.

Lo dice
Carrascal con su precisión habitual: “Dispónganse, por tanto, a escuchar en las próximas semanas y meses al gobierno y sus terminales mediáticas que los empresarios son los culpables de que la crisis se agrave, el paro aumente y la economía empeore”.

El presidente del Gobierno, a pesar de su clara toma de posición a favor de los sindicatos, para dar la apariencia de hacer una política de izquierdas, no representa sólo a los trabajadores, sino a los niños de pecho, a los estudiantes, a los parados, a las amas de casa, a los jubilados y, sí, también a los empresarios. También, insisto, a los empresarios.

Los sindicatos españoles están absolutamente desprestigiados ante los ciudadanos y han demostrado ser meras filiales del Gobierno, a su servicio, antes que al de los trabajadores. Las reformas estructurales, laborales también, son ya inaplazables, y vienen siendo aconsejadas por muchos organismos nacionales e internacionales, por más que Zapatero, esclavo de su imagen, sea incapaz de abordarlas.

Zapatero no busca una solución, que claramente le desborda, que no sólo no entiende sino que le atemoriza por sus implicaciones. La crisis y, más aún, la magnitud de las reformas que requiere son algo demasiado grande y demasiado complejo para él. Sólo necesita responsabilizar a otros. Con eso se conforma.

Y los sindicatos necesitan recuperar urgentemente una imagen de combatividad y reivindicación que ya nadie espera de ellos. ¿Pero alzarse contra el Gobierno?: eso nunca. ¿Cómo hacerlo? ¿Contra quién pues?

El otoño trae el color de las nubes de tormenta. Acabará el efecto estacional del verano, se diluirán los efectos del Plan E (pan para hoy y hambre y deuda para mañana, y para pasado...) y las siniestras cifras del paro van a volver a repuntar, sin posibilidad ya de reacción ni de maquillaje. Se requiere con urgencia, con desesperación, un chivo expiatorio. Y lo han hallado. Van a ir madurando la idea y preparando el caldo social. Esa es la labor de estos próximos meses.

En definitiva, Zapatero acaba de dar su autorización para la huelga general en otoño. Esa y no otra es la clave.

Pero el no será el destinatario de la huelga ni en las pancartas se le identificará a él como culpable de nada. ¿O qué creían?
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2 comentarios:

Natalia Pastor dijo...

Demonizar a la patronal es una táctica para señalar un "culpable" cuando en Otoño la situación sea insostenible.
Según avancen los meses nos iremos acercando a ese 20% de tasa de desempleo que es insotenible en cualquier país de nuestro entorno.
¿Y qué van a hacer los sindicatos?.
Pues seguirán prietas las filas al lado del "señorito" de la Moncloa, en tanto en cuanto, la algarada social no les obligue a la convocatoria de una huelga general para un Otoño que se presenta absolutamente caliente.
Eso sí: tendremos tinta de calamar en masa con asuntos como el aborto y su reforma y alguna que otra zarandaja más que desvie el debate público y las portadas de los periódicos e informativos de televisión.

Oroel dijo...

Querida Natalia:

Sólo hay que ver cómo ha reaccionado Pepe Blanco para saber qué cabecita ha urdido este montaje. De momento ya es posible leer comentarios en foros y cartas al director culpando a la CEOE y al PP. La maniobra empieza a tener éxito, al menos entre los incondicionales que ya han encontrado un argumento para justificar a su jefe y exculparle de toda responsabilidad.

Nuestra obligación, creo, es denunciar esta burda maniobra. Que se sepa qué pretenden. Que nadie pueda ser engañado, salvo que quiera engañarse.


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