Estos días, durante mis vacaciones he visto en escaparates de locales sin actividad este cartel que reproduzco arriba.
Leo en el suplemento de economía de El Mundo que desde julio de 2007, es decir en los dos últimos años han desparecido en España 115.000 empresas y negocios. Es posible que muchos de esos empresarios y autónomos recuerden con “cariño” a Zapatero y su promesa del pleno empleo.
Al llegar a casa he comprobado que el cartel en cuestión ha sido editado por el Frente Nacional.
He entrado en su página web. Curiosidad. Y leído por encima su ideario. Ultraderecha, parece. No veo sin embargo ningún ataque o cuestionamiento de la democracia como sistema político, aunque sí se proponen sistemas correctores que impidan o dificulten la representación parlamentaria de partidos de exigua implantación territorial. Se refieren, claramente, a los partidos nacionalistas o regionalistas. Una cuestión discutible. Y una cuestión que rechazo, niegan la concurrencia electoral a los partidos que se declaren separatistas. Éstos tienen, a mi juicio, derecho a participar, a hacer proselitismo y tratar de obtener los máximos apoyos posibles para sus tesis. No deseo que los logren, por supuesto, pero están en su derecho de intentarlo. Negárselo es ofrecerles la violencia como única salida, justificarles ese recurso extremo.
Destaca, como ya pueden imaginar, su defensa inequívoca de la Nación española. Sin embargo no aboga por la desaparición de las comunidades autónomas, sino por la “reconducción” del Estado autonómico: una descentralización más administrativa que política.
En definitiva, dicen y proponen cosas que yo asumiría y otras que no.
Pero también UPyD dice cosas que aplaudo con entusiasmo y que en su momento me emocionó ver recogidas en un programa político: la supresión de los conciertos económicos vasco y navarro, por ejemplo, que exigiría nada menos que la reforma de la Constitución y que sólo por eso ya merecería la pena abordar. O su defensa sin ambages ni atisbo de duda de los derechos lingüísticos de todos los españoles y del castellano como lengua común.
¿Saben qué coincidencias observo en ambos partidos?: su claridad, la rotundidad inequívoca de sus planteamientos, la ausencia de circunloquios y medias palabras. Exactamente lo contrario que hace el PP a nivel nacional y regional. Quienes siguen este blog sabrán que muchas veces he apelado -he suplicado de rodillas, como Esperanza Aguirre en otro contexto- que el PP, nacional y regional, asuma de una vez su condición de “referente” del centro derecha. No es posible que en unos sitios diga una cosa y en otras la contraria. He planteado la necesidad de que represente realmente y de una vez el ideario de sus votantes. ¿Cuál ha sido la reacción oficial del PP a raíz de la publicación de la noticia de que un alcalde del PP en Ibiza se ha negado a traducir al castellano un recurso judicial? ¿Y ante Bárcenas? ¿Cuál es la postura del PP aragonés ante las comarcas y su deriva clientelar? ¿Y ante la televisión aragonesa? ¿Y ante las empresas públicas? ¿Qué piensa hacer con ellas si gana las elecciones? ¿Cree que sus votantes estaban de acuerdo con la última reforma del Estatuto aragonés o que no abogarían de una forma mayoritaria por una reconsideración profunda del Estado autonómico? No lo saben, porque ni han puesto en marcha mecanismos para conocer el pensamiento y aspiraciones de sus bases.
La indefinición no puede ser un activo político. Nunca lo es.
La indefinición crea vacíos políticos, que tarde o temprano alguien intentará, y quizás conseguirá, llenar. Un peligro, tal vez, si quien llenara esos vacíos fuera la ultraderecha.
Al llegar a casa he comprobado que el cartel en cuestión ha sido editado por el Frente Nacional.
He entrado en su página web. Curiosidad. Y leído por encima su ideario. Ultraderecha, parece. No veo sin embargo ningún ataque o cuestionamiento de la democracia como sistema político, aunque sí se proponen sistemas correctores que impidan o dificulten la representación parlamentaria de partidos de exigua implantación territorial. Se refieren, claramente, a los partidos nacionalistas o regionalistas. Una cuestión discutible. Y una cuestión que rechazo, niegan la concurrencia electoral a los partidos que se declaren separatistas. Éstos tienen, a mi juicio, derecho a participar, a hacer proselitismo y tratar de obtener los máximos apoyos posibles para sus tesis. No deseo que los logren, por supuesto, pero están en su derecho de intentarlo. Negárselo es ofrecerles la violencia como única salida, justificarles ese recurso extremo.
Destaca, como ya pueden imaginar, su defensa inequívoca de la Nación española. Sin embargo no aboga por la desaparición de las comunidades autónomas, sino por la “reconducción” del Estado autonómico: una descentralización más administrativa que política.
En definitiva, dicen y proponen cosas que yo asumiría y otras que no.
Pero también UPyD dice cosas que aplaudo con entusiasmo y que en su momento me emocionó ver recogidas en un programa político: la supresión de los conciertos económicos vasco y navarro, por ejemplo, que exigiría nada menos que la reforma de la Constitución y que sólo por eso ya merecería la pena abordar. O su defensa sin ambages ni atisbo de duda de los derechos lingüísticos de todos los españoles y del castellano como lengua común.
¿Saben qué coincidencias observo en ambos partidos?: su claridad, la rotundidad inequívoca de sus planteamientos, la ausencia de circunloquios y medias palabras. Exactamente lo contrario que hace el PP a nivel nacional y regional. Quienes siguen este blog sabrán que muchas veces he apelado -he suplicado de rodillas, como Esperanza Aguirre en otro contexto- que el PP, nacional y regional, asuma de una vez su condición de “referente” del centro derecha. No es posible que en unos sitios diga una cosa y en otras la contraria. He planteado la necesidad de que represente realmente y de una vez el ideario de sus votantes. ¿Cuál ha sido la reacción oficial del PP a raíz de la publicación de la noticia de que un alcalde del PP en Ibiza se ha negado a traducir al castellano un recurso judicial? ¿Y ante Bárcenas? ¿Cuál es la postura del PP aragonés ante las comarcas y su deriva clientelar? ¿Y ante la televisión aragonesa? ¿Y ante las empresas públicas? ¿Qué piensa hacer con ellas si gana las elecciones? ¿Cree que sus votantes estaban de acuerdo con la última reforma del Estatuto aragonés o que no abogarían de una forma mayoritaria por una reconsideración profunda del Estado autonómico? No lo saben, porque ni han puesto en marcha mecanismos para conocer el pensamiento y aspiraciones de sus bases.
La indefinición no puede ser un activo político. Nunca lo es.
La indefinición crea vacíos políticos, que tarde o temprano alguien intentará, y quizás conseguirá, llenar. Un peligro, tal vez, si quien llenara esos vacíos fuera la ultraderecha.
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