Lo describe Ignacio Camacho con su singular maestría: ese es hoy Zapatero, enfrentado al muro infranqueable de la realidad y condenado a anunciar a sus seguidores el fin de la utopía.
La utopía eran sus mentiras, su vanidad, su arrogancia, su sectarismo, su irresponsabilidad y, sobre todo, su inabarcable estupidez: ese progreso inagotable, ese crecimiento imparable, esa extensión de las ayudas sociales, esos papeles para todos, esa creación de “derechos” (curiosos derechos que prescriben cuando se agota el dinero), esa Champions League, ese Plan E, esa economía sostenible…
La utopía era esa “democracia bonita”, tan falsa que coexistía con el pacto del Tinell, con la negociación con ETA, con los abrazos a Chávez… y que ha terminado con el gobierno por decreto-ley -trece en lo que va de año ("prometo hacer del Parlamento el centro de la vida pública", dijo)-, con la militarización del espacio aéreo…
Proclamó que “era el más antinuclear de su Gobierno” y hoy hay que abordar el mayor incremento del precio de la energía producido en más de veinte años. Retiró nuestras tropas de Irak (cero bajas españolas) y nos ha condenado al aislamiento internacional, además de meternos en Afganistán (noventa muertos españoles). Prometió reintegrarnos al corazón de Europa y nunca un presidente rotatorio de la Unión Europea ha sufrido tantos menosprecios y desplantes, que nos han humillado a todos. Anunció papeles para todos y ha hundido el mercado de trabajo. Negoció con ETA y retrasó su fin cuatro años. Concedió un Estatuto a Cataluña claramente inconstitucional, diga lo que diga ese desacreditado Tribunal Constitucional comprado y/o amenazado, y los nacionalistas ya anuncian su “transición nacional” ("con este Estatut queda resuelto el encaje de Cataluña en España para los próximos veinticinco años", dijo) Derogó por decreto la Ley de Calidad de la Enseñanza y el informe PISA certifica nuestro fracaso educativo. Nos dijo que estábamos mejor preparados que nadie para afrontar la crisis y nos ha conducido al abismo. No lleva todavía siete años de gobierno y hemos retrocedido a los niveles de renta y poder adquisitivo de hace nueve (sin valorar todavía los nuevos recortes a los parados de larga duración y las nuevas subidas de precios de los productos básicos)…
Hoy hay una mayoría de ciudadanos indignados con Zapatero, recién arribados a ese estado de indignación en cuanto se han dado cuenta de que les ha mentido. Han tardado.
Porque quienes nos adelantamos en la indignación, quienes nos manifestamos varias veces en la legislatura pasada, quienes advertimos de lo que estaba pasando y lo que se avecinaba no éramos ciudadanos responsables e informados que avisábamos, no. Sólo éramos fachas y antipatriotas.
Es hoy cuando se descubren las mentiras de Zapatero, pero no es ahora cuando se producen, sino entonces, cuando advertíamos de que mentía. Lo que ahora se está cosechando no es otra cosa que el fruto de lo que entonces se sembraba.
Mucha gente se ha dado cuenta ahora de que seguían a un cantamañanas incompetente y fatuo. Tarde, muy tarde.
Ahora nos toca a todos disfrutar de lo votado.
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