El estudio de los sondeos sobre intención de voto permite extraer interesantes conclusiones, que deberían analizar con cuidado e inteligencia los líderes del principal partido de la oposición. De su acierto en el análisis depende ni más ni menos que la esperanza de que las cosas puedan algún día mejorar.
Hoy por hoy, esa esperanza la encarna el PP. Por el contrario, el otro supuesto partido de derechas, el PAR, hace tiempo que se ha descartado como alternativa, puesto que la experiencia demuestra que será sólo el complemento necesario de aquel que más esté dispuesto a ofrecerle. Pero nunca como alternativa, sino como parásito -¿socio?- de quien gobierne. El hecho de que ambos partidos, PP y PAR, obtengan sus votos del mismo sector ideológico y el más que acreditado oportunismo del segundo confieren una gran debilidad, casi estructural, al centro derecha aragonés en sus aspiraciones de gobierno. Mientras el PSOE cuenta con dos potenciales socios, lo que amplía su capacidad de maniobra, el PP sólo cuenta con uno... y en absoluto fiable, como demuestra la historia reciente.
Ahora mismo, y con todas las reservas que hagan al caso, la más importante de las instituciones aragonesas con posibilidades de cambiar de signo político es el Ayuntamiento de Zaragoza. La otra sería Teruel, pero permítanme que me refiera al primero.
Vamos a los datos:
En las últimas elecciones municipales, 2003, el PP obtuvo 110.747 votos, con el 32’66%, mientras que el PAR obtuvo 23.690, con el 6’99% de los votos.
Los últimos sondeos publicados analizan un parámetro importante, la fidelidad del voto y los posibles trasvases entre unas formaciones y otras. Y aquí, las conclusiones pueden ser demoledoras. Un 70’5% de los anteriores votantes del PP piensan seguir votándole, mientras que un 3’4% de ellos piensan hacerlo ahora a favor del PAR. Eso significaría que algo más de 3.700 antiguos votantes del PP piensan votar ahora al PAR.
De los antiguos votantes del PAR, piensan hacerlo ahora a favor del PP el 2’3%. Ello significa un trasvase de 545 votos. El saldo es claramente favorable al PAR, con unos 3.200 votos a su favor. Es decir, la presencia del PAR perjudica claramente al PP que es la única alternativa posible. El PAR lo será... o no (alternativa), según le convenga, no desde un punto de vista rigurosamente ideológico o programático, sino en estrictos términos de poder y mercadeo de puestos.
¿Por qué se produce esa migración de votos desde el PP al PAR? Pueden influir dos factores: uno, el más obvio, es la mayor popularidad y proyección pública de Biel sobre Buesa. Algo que no conviene minusvalorar. Pero esa es una cuestión personal en la que poco se puede incidir, salvo con la presentación de otro candidato más conocido.
El segundo de los factores es de más calado político, y está originado por la ausencia de un mensaje diferenciado, valiente y original, propio del PP, exclusivo de este partido; algo que le otorgue una imagen de marca distinta del resto, que lo erija y muestre ante el electorado -los potenciales compradores- como la única alternativa posible y, atención, deseable para Zaragoza. Pero el PP de Zaragoza y, me temo, de Aragón, hace tiempo que parece haber renunciado a ser un referente político, el referente político del centro derecha (en clara sintonía, además, con lo que piensan el 95% de sus votantes).
Para nadie es un secreto que quien ha marcado la política aragonesa de los últimos años ha sido Biel. Todas sus iniciativas han sido secundadas por los dos partidos mayoritarios, en un interesado e indisimulado juego de congraciarse con él; un juego a largo plazo estúpido y contraproducente para ellos y para Aragón. Porque muchas de esas iniciativas eran claramente rechazables con datos y argumentos más que válidos, perfectamente defendibles ante la opinión pública, que hubieran desarbolado y hundido a Biel hace ya muchos años. Me refiero, por ejemplo, al tema de las comarcas, a la televisión pública aragonesa, a las empresas públicas y a la red clientelar que ha tejido, a la destrucción de la función pública aragonesa... Pero el seguidismo que ha practicado el PP ha difuminado su perfil y le ha hecho perder ese carácter referencial imprescindible para quien quiera erigirse como alternativa, como la única posible.
Observen que, particularmente en Zaragoza, el PAR incluso se ha apropiado de dos de los principales proyectos del PP, que fue quien los propuso: el traslado de la Romareda a Valdespartera y el metro. Ahora, sin ningún tipo de complejos, ante la ciudadanía parece como si ambos proyectos hubieran sido propuestos desde su inicio por el PAR.
En definitiva, un número importante de votantes, que pudiera llegar a ser decisivo, consideran preferible votar al PAR si, a la postre, el PP va a hacer lo que mande aquél. Y, qué quieren que les diga, no es eso...
Hoy por hoy, esa esperanza la encarna el PP. Por el contrario, el otro supuesto partido de derechas, el PAR, hace tiempo que se ha descartado como alternativa, puesto que la experiencia demuestra que será sólo el complemento necesario de aquel que más esté dispuesto a ofrecerle. Pero nunca como alternativa, sino como parásito -¿socio?- de quien gobierne. El hecho de que ambos partidos, PP y PAR, obtengan sus votos del mismo sector ideológico y el más que acreditado oportunismo del segundo confieren una gran debilidad, casi estructural, al centro derecha aragonés en sus aspiraciones de gobierno. Mientras el PSOE cuenta con dos potenciales socios, lo que amplía su capacidad de maniobra, el PP sólo cuenta con uno... y en absoluto fiable, como demuestra la historia reciente.
Ahora mismo, y con todas las reservas que hagan al caso, la más importante de las instituciones aragonesas con posibilidades de cambiar de signo político es el Ayuntamiento de Zaragoza. La otra sería Teruel, pero permítanme que me refiera al primero.
Vamos a los datos:
En las últimas elecciones municipales, 2003, el PP obtuvo 110.747 votos, con el 32’66%, mientras que el PAR obtuvo 23.690, con el 6’99% de los votos.
Los últimos sondeos publicados analizan un parámetro importante, la fidelidad del voto y los posibles trasvases entre unas formaciones y otras. Y aquí, las conclusiones pueden ser demoledoras. Un 70’5% de los anteriores votantes del PP piensan seguir votándole, mientras que un 3’4% de ellos piensan hacerlo ahora a favor del PAR. Eso significaría que algo más de 3.700 antiguos votantes del PP piensan votar ahora al PAR.
De los antiguos votantes del PAR, piensan hacerlo ahora a favor del PP el 2’3%. Ello significa un trasvase de 545 votos. El saldo es claramente favorable al PAR, con unos 3.200 votos a su favor. Es decir, la presencia del PAR perjudica claramente al PP que es la única alternativa posible. El PAR lo será... o no (alternativa), según le convenga, no desde un punto de vista rigurosamente ideológico o programático, sino en estrictos términos de poder y mercadeo de puestos.
¿Por qué se produce esa migración de votos desde el PP al PAR? Pueden influir dos factores: uno, el más obvio, es la mayor popularidad y proyección pública de Biel sobre Buesa. Algo que no conviene minusvalorar. Pero esa es una cuestión personal en la que poco se puede incidir, salvo con la presentación de otro candidato más conocido.
El segundo de los factores es de más calado político, y está originado por la ausencia de un mensaje diferenciado, valiente y original, propio del PP, exclusivo de este partido; algo que le otorgue una imagen de marca distinta del resto, que lo erija y muestre ante el electorado -los potenciales compradores- como la única alternativa posible y, atención, deseable para Zaragoza. Pero el PP de Zaragoza y, me temo, de Aragón, hace tiempo que parece haber renunciado a ser un referente político, el referente político del centro derecha (en clara sintonía, además, con lo que piensan el 95% de sus votantes).
Para nadie es un secreto que quien ha marcado la política aragonesa de los últimos años ha sido Biel. Todas sus iniciativas han sido secundadas por los dos partidos mayoritarios, en un interesado e indisimulado juego de congraciarse con él; un juego a largo plazo estúpido y contraproducente para ellos y para Aragón. Porque muchas de esas iniciativas eran claramente rechazables con datos y argumentos más que válidos, perfectamente defendibles ante la opinión pública, que hubieran desarbolado y hundido a Biel hace ya muchos años. Me refiero, por ejemplo, al tema de las comarcas, a la televisión pública aragonesa, a las empresas públicas y a la red clientelar que ha tejido, a la destrucción de la función pública aragonesa... Pero el seguidismo que ha practicado el PP ha difuminado su perfil y le ha hecho perder ese carácter referencial imprescindible para quien quiera erigirse como alternativa, como la única posible.
Observen que, particularmente en Zaragoza, el PAR incluso se ha apropiado de dos de los principales proyectos del PP, que fue quien los propuso: el traslado de la Romareda a Valdespartera y el metro. Ahora, sin ningún tipo de complejos, ante la ciudadanía parece como si ambos proyectos hubieran sido propuestos desde su inicio por el PAR.
En definitiva, un número importante de votantes, que pudiera llegar a ser decisivo, consideran preferible votar al PAR si, a la postre, el PP va a hacer lo que mande aquél. Y, qué quieren que les diga, no es eso...
1 comentario:
El partido aragonés regionalista mas que un partido, es un grupo de charlatanes unidos únicamente por su afán de poder y prebendas. Esos señoritos no tienen ni perfil ideológico ni intelectual. Son los herederos naturales de los caciques de pueblo y harán lo que sea necesario para seguir comiendo en el pesebre. Mediante el clientelismo,el amiguismo y las comarcas, aspiran a que cada día haya más bocas en ese pesebre que apoyen el invento. Hasta que el electorado aragonés no se percate de que el P.A.R. es una rémora para su futuro, no habrá un futuro mejor para esta tierra. Perdone mi franqueza, pero es que sólo hablo de lo que conozco.
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