domingo, julio 18, 2010

La seguridad jurídica y la interpretación manipulativa

El título está tomado del texto del voto particular del magistrado Rodríguez-Zapata, miembro del Tribunal Constitucional, disconforme con la sentencia sobre la reforma del Estatuto de Autonomía de Cataluña.

Hay una gran mayoría de españoles disconformes con la sentencia. Fuera de Cataluña porque se considera excesiva, una interpretación claramente abusiva de la Constitución, hasta el extremo de violentarla. Yo soy uno de ellos, que pienso que más que interpretada, la Constitución ha sido directamente violada. Yo no voté eso cuando hace más de treinta años la refrendé. Y hoy puedo asegurar que si llego a saber que podría ser interpretada en la forma en que lo ha hecho el Tribunal Constitucional o que, mucho antes, podría haber dado lugar a la deriva desguazadora en que ha concluido el Estado autonómico, yo hubiera votado en contra. Y en Cataluña por todo lo contrario, porque se considera una intromisión en la voluntad popular, obviando el hecho de que no llegaron a la mitad los votantes que acudieron a las urnas. El nuevo Estatuto de Cataluña fue refrendado por un 37% del cuerpo electoral, algo que en otros países se hubiera considerado insuficiente e inhabilitador.

Sin embargo ahora han sido muchos los ciudadanos catalanes los que han secundado la manifestación en contra de la sentencia del Tribunal Constitucional sobre el Estatut, más, sorprendentemente, que los que lo votaron favorablemente. ¿Alguien lo entiende? Tiene su lógica, por supuesto. Y prácticamente toda la cúpula política catalana, con la única excepción del PP y de Ciutatans, han encabezado la manifestación. Puedo entender la presencia de los partidos nacionalistas, cuyo fin último, al que nunca han renunciado, es la independencia. Pero, ¿y el Partido Socialista catalán? Observen que el PSOE, con su presidente, Rodríguez, a la cabeza se ha manifestado satisfecho con la sentencia, a pesar de la evidente inconsistencia de votar una cosa y alegrarse porque una alta instancia judicial se la corrige. La inminencia de las elecciones autonómicas catalanas ha puesto en bandeja el supremo argumento victimista, que los socialistas catalanes no están dispuestos a dejar que los nacionalistas exploten en exclusiva.

En definitiva, el socialismo español, si es que eso existe actualmente, ha dejado de tener presencia en Cataluña. El efecto disolvente de Rodríguez afecta incluso a su partido.

Observen la consecuencia, que hoy publica La Vanguardia:


Según Rodríguez, su gobierno está consiguiendo articular España. Tan efectivamente, por lo que se ve, como dirige la política económica, combate la crisis económica y riega los brotes verdes. Qué inútil es este hombre.

Pero hay otro hecho que no conviene olvidar. No hace muchos días, la Generalitat no consiguió que le prestaran o compraran toda la deuda que pretendía: 1.000 millones de euros. Asunto de bastante más gravedad e importancia para el bienestar de los catalanes y su futuro que la sentencia del Constitucional. Y de eso, es el gobierno catalán presidido por los socialistas, en coalición con los independentistas, el principal culpable. El despilfarro ha sido notorio y vergonzoso. Recuerden las embajadas catalanas repartidas por todo el mundo o los estudios absolutamente caprichosos realizados con dinero público. Quizás su presencia en la cabeza de la manifestación sólo trate de distraer la atención de esas evidentes deficiencias de su gestión.

Pero a pesar de la aparente satisfacción de Rodríguez y su Gobierno, quienes tratan de vender la sentencia como una derrota del Partido Popular, principal recurrente -junto con el Defensor del Pueblo-, lo cierto es que supone un fracaso inapelable de Rodríguez y de todos quienes apoyaron el texto reformado del Estatut. El Tribunal Constitucional ha recordado que la única nación es España. Sólo eso, que el Alto Tribunal deba recordárselo al presidente del Gobierno, debería suponer su inhabilitación, la del presidente. El Tribunal Constitucional ha recordado que el catalán no puede ser una lengua preferente y más importante que el castellano. Y entre otras cosas, el Tribunal Constitucional ha dejado claro que la cúpula del único poder judicial existente en España es el Consejo General del Poder Judicial. Es decir, el Tribunal Constitucional h venido a quebrar la espina dorsal del Estatut.

Pero no olvidemos que es una sentencia interpretativa, que da por supuesta una buena fe que es más que evidente que ni existe ni ha existido en todos estos años. Una sentencia que se permite cambiar el sentido de las proposiciones, para hacer que un “en todo caso” signifique un “en su caso”, o que “la lengua vehicular” quiera decir “una lengua vehicular”. Es decir, una sentencia que no emite juicios de inconstitucionalidad allí donde debiera sino que asume un papel supletorio del legislativo.

El Alto Tribunal considera constitucional el artículo 34, relativo a los derechos lingüísticos de los consumidores, que afirma que las empresas y establecimientos abiertos al público están "sujetos al deber de disponibilidad lingüística en los términos establecidos por la ley". Así, el Tribunal Constitucional comparte la opinión del Abogado del Estado y dice que proclamar ese deber "in abstracto" no atenta contra la libertad de empresa, como argumentaba el PP, y añade que si el deber de disponibilidad lingüística se regula en una ley será entonces cuando se pueda juzgar si sus términos son constitucionales.

Es decir, el Estatuto de Cataluña no puede servir de base para imponer a las empresas y comercios, ni a su titular o su personal, "obligaciones individuales" de utilizar una de las dos lenguas oficiales, castellano y catalán, "de modo general, inmediato y directo en las relaciones privadas", según señala el Tribunal Constitucional en su sentencia sobre la norma autonómica. El Alto Tribunal advierte de que el derecho de los ciudadanos a ser atendido en cualquiera de las dos lenguas sólo es exigible en las relaciones con los poderes públicos, de manera que no se puede imponer directamente una obligación a las relaciones del sector privado.

Es decir, está ignorando, a mi juicio hipócritamente, que eso ya está pasando, con o sin Estatuto reformado. Y otro tanto está pasando con la enseñanza.


El Tribunal Constitucional se pone una venda ante los ojos para negar que esté pasando lo que ya está pasando o que los poderes públicos catalanes se puedan permitir la vulneración de los derechos civiles de los ciudadanos que ya se están permitiendo.

(Un tema, este de la vulneración de los derechos civiles, sobre el que se debiera empezar a actuar y a hacer sentir a los protagonistas de tales delitos -pues no me cabe duda de que son delitos- las consecuencias de sus actos)

Es por eso que me parecen mucho más sólidos los votos particulares que la propia sentencia.





Respecto a la supuesta derrota del PP, con que algunos tratan de vender la sentencia, o las culpas del actual estado de cosas, que los nacionalistas imputan al PP o al propio Tribunal Constitucional, a mí no me cabe ninguna duda de que el responsable máximo y único es Zapatero. Él ha sido realmente derrotado, aunque ya ha dicho, en la forma retorcida y tramposa en que suele expresarse, que no piensa respetar la sentencia.

Creo que la siguiente frase de Carrascal es suficientemente expresiva y clarificadora: “Aunque peor es decir que se trata de una derrota del PP. Si tachar 14 artículos y enderezar 27 es una derrota, no sé qué será una victoria. Aparte de que, de no haber sido por el PP, posiblemente no podríamos hablar hoy de una nación llamada España”.
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5 comentarios:

Isaac "Atridas" Serrano dijo...

Y què hay del voto particular de Eugeni Gay, el de éste no lo compartes ni lo mencionas?

Dices que fue refrendado por un 37% del cuerpo electoral. Teniendo en cuenta que el "si" salió por un 74% y hubo un 49% de participación, si, sale este número.

Pero puestos a hacer demagogia con los números, digamos que sólo un 10% dijo que no. Què queda eso? Que havia 4 veces más personas a fabor, que en contra, clarisimamente. Y en quando a la gente que no votó, nada se puede decir excepto que no votó. Y decir que la abstención es equivalente al "no" es pura demagogia, ya que es asumir que se sabe porque TODAS la personas que no votaron lo hizieron como muestra de rechazo. Quizas si. Algunas. Pero no todas, eso es seguro. Tambien podriamos decir lo de "quien calla otorga", y en ese caso, callaron la mitad de los catalanes, otorgando la palabra a aquellos que si quisieron decir algo.

Oroel dijo...

Apreciado Isaac:

Efectivamente, el 37% está bien calculado. Pedro J. Ramírez cita hoy esa misma cifra en su artículo dominical.

Sé que hubo un voto particular de Eugeni Gay, pero no era un voto discrepante, sino concurrente. Y emitió su voto particular, porque la sentencia le resultó insuficiente. Ni que decir tiene que si disiento de la sentencia, mucho más con quien la considera insuficiente.

Nunca he dicho que la abstención equivaliera al voto negativo. Lo que sí es cierto es que en muchos países, un reférendum en el que no participe al menos el 50% del electorado no es válido. O eso he leído.

Permíteme, por fin, que recuerde las palabras de Zapatero en el debate en el Congreso sobre el Plan Ibarreche: "...uno puede, con toda legitimidad, gobernar con el 51 por ciento, pero para construir con legitimidad un orden político, una norma institucional básica, me da igual que sea una constitución o un estatuto político -busquemos la denominación que queramos-, no sirve el 51 por ciento. Lo que expreso en esta Cámara es que busquemos el 70, el 80, el cien por cien para una norma política institucional básica de Euskadi". Palabra de Zapatero.

¿Cuánto vale la palabra de Zapatero?

Cristóbal dijo...

El Sr. Atridas, estudiante de informática, sabe que un 49% de un 74% es un 36’26% del total.

No obstante los datos parecen ser 48.85% del censo votaron con un 73.24% afirmativos lo que hace un 35,77774 % .

Con lo que la referencia al 37% es realmente un gesto de generosidad.

En 1979 los datos fueron 59,70% votaron de los que el 88,15% lo hicieron afirmativamente, esto representó un 52,62555 % del total. Está claro que el nivel de desafección ha aumentado lo suficiente como poder señalarlo,

... ¿o eso tampoco?

Oroel dijo...

Mi apreciado Carlos56:

No he descendido, como ves, a ese grado de detalle. La desafección ha aumentado, cierto. Y sin embargo, observa el aumento del independentismo, el incremento de las vulneraciones de los derechos civiles y el nivel de exigencia -que ya desborda abiertamente y sin disimulos de ningún tipo la Constitución-. Creo que ha sido Mas quien ha dicho que la Constitución ya no da más de sí, lo que demuestra lo que siempre he dicho: que para ellos la Constitución nunca fue un marco de convivencia sino un medio para llegar a un fin.

Todo ello, en lógica correspondencia con el grado de entreguismo de Rodríguez Zapatero y el apenas menor -me temo- de Rajoy.

¿Qué pasaría si ante cada ronda negociadora de nuevas transferencias planteáramos la reversión -justa y necesaria- de muchas de ellas, respaldada por el deseo de una mayoría de ciudadanos que no quieren ni toleran privilegios para nadie? ¿Qué pasaría si la vulneración de derechos civiles fuera empezada a tratar como lo que es, como un delito intolerable?

¿Por qué ganan los nacionalistas en sus respectivos territorios? Hoy lo dice Carrascal con su habitual lucidez: porque ser nacionalista ha sido a lo largo de estos últimos treinta años un fantástico negocio.

Un negocio que debe dejar de ser rentable.

Cristóbal dijo...

A mi entender, hay otras razones que concurren para que los separatismos ganen en esos territorios. Uno de ellos es el abandono del discurso nacional por parte de los partidos nacionales, PSE, PP, PCE. Cuando estos partidos al asumir el autonomismo asumen parte del discurso separatista el votante tiene pocas opciones: o convencerse de que aquello no tiene nada que ver con él (y el hecho está en que en las votaciones regionales el índice de participación suele ser sensiblemente menor) o pensar que ante una mala copia es mejor el discurso original.

Posiblemente estos argumentos te los he leído también a ti.

En cualquier caso es necesario revitalizar el discurso nacional, como conjunto de ciudadanos libres e iguales ante la ley, frente a estos fascismos que someten los derechos individuales a los designios “de los pueblos”.

Un abrazo. Carlos56


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