Gadafi may be a son of a bitch, but he's our son of a bitch.
La frase se atribuye a Franklin D. Roosevelt aunque no dirigida precisamente a Gadafi, a quien no pudo conocer, sino a Somoza, un dictadorzuelo nicaragüense.
Pero el peligro de los hijos de puta, aunque sean “nuestros” hijos de puta, es que al final su condición se vuelve inocultable e insoportable, acaban por excederse en la demostración de su clase y volviéndose molestos incluso para sus valedores.
Un amable anónimo me afea el hecho de que haya destacado la escena que protagonizaron Zapatero y Gadafi, cogidos de la mano, en el mes de noviembre pasado, y haya olvidado las entrevistas de Aznar con Gadafi ocurridas en 2003 y 2007.
Bien, nobleza obliga:
He aquí un interesante artículo de Lluis Foix sobre los extraños compañeros de cama que hacen los intereses del Estado:
Vean que no sólo han sido los mandatarios españoles, en distintas épocas, sino extranjeros. La llamada del petróleo. O como decimos en España: "por el interés te quiero, Andrés".
En aquel primer encuentro entre Aznar y Gadafi, éste le regaló un caballo al entonces presidente español. Jaime Campmany escribió una crónica al respecto: «Lo montaré con mucho cuidado», ha dicho Aznar. Hará bien. Con Gadafi, todo cuidado es poco.
Ya se ha visto cuan cierto era.
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