La situación española es tan complicada que no sabría cómo o por donde abordarla; no al menos con pretensión globalizadora, como a mí me gustaría. Simplemente, no sé como compendiar todo.
Hoy, Trasobares, que es uno de esos conspicuos representantes de la pseudo-progresía hispana, se coloca la tirita antes que la herida. Lo peor de la actual situación, para ellos, es que va a volver, irremediablemente, la derecha. Y eso es peor que ser gobernados por un irresponsable. Para ellos, ya digo.
Y es que es una constante histórica: cada vez que la situación económica empeora, la gente vuelve a la vista a la derecha, buscando rigor y responsabilidad. Y cada vez que gobierna la izquierda, la situación económica empeora.
Fue Vidal Quadras quien dejó dicho: “Gobernar con una oposición responsable es una prerrogativa de la que, en este país, sólo ha disfrutado la izquierda”. Pues bien: recibir y poder administrar una herencia solvente es otra de esas prerrogativas de las que nunca ha podido disfrutar la derecha, pero sí la izquierda. Herencias que, cuando han sido saneadas, tras gobernar la derecha, la izquierda siempre ha dilapidado.
¡Menudo legado que va a recibir quien asuma el gobierno después de Zapatero! Aunque su pretensión ahora es agotar la legislatura y reconvertirse en lo nunca ha sido ni pretendido ser: el canciller de hierro que sepa corregir la situación. ¿Sabrá hacerlo con los actuales sindicatos y sacar adelante la reforma laboral? Será un impagable servicio a la derecha, pues ésta nunca lo podría hacer sin barricadas en las calles y sin una extrema confrontación social. Hay quien dice que la derecha tiene prisa por recuperar el poder. Yo no lo creo. No al menos hasta que Zapatero haya intentado la reforma laboral.
Pero iba a hablar de los temas tabú, de esos de los que los políticos no hablan, o hablan poco. Hasta no hace mucho, la reforma laboral era uno de ellos. Zapatero no quería ni oír hablar de ello, y Rajoy prefiere no mencionarlo, esperando, ya digo, que sea Zapatero quien gestione esa papeleta. Y es mejor para el país que sea Zapatero quien lo haga, porque en términos de confrontación social su coste será menor.
Pero hay otros dos temas tabú (hay realmente muchos más): uno es el poder de los sindicatos -la negociación colectiva-, el dinero que se les destina -las subvenciones- y la enorme clientela apresebrada que mantienen -los liberados sindicales-. Todo ello debe ser recortado y no sólo testimonialmente sino de forma drástica y efectiva. Y el otro tema es el del coste autonómico. ¿Puede abordarlo alguien cuyo modelo de Estado es más próximo al confederal que al que define -aunque de forma incompleta y a veces ambigua- la Constitución?
(Hay más temas tabú: la reforma electoral, la reforma de la Justicia para devolverle la independencia del poder político, la reforma energética, la reforma educativa, la reforma de las cajas de ahorros, de la ley del Suelo… ¡Hay tanto que reformar en este país después de tantos años de errores colectivos!)
Las reformas necesarias son enormemente difíciles y profundas, y por ello mismo necesitadas de una amplio consenso, imposible de lograr entre los partidos nacionalistas, entre los partidos situados más a la izquierda o, incluso, con un PSOE radicalizado bajo la dirección de Rodríguez Zapatero. Y si no hay posibilidad de consenso, quien suceda a Zapatero debería contar con una mayoría absoluta tan holgada que no hubiera duda de la confianza depositada en él para abordarlas.
Creo que la sociedad española ya está madura para entender perfectamente esas reformas. Es más, creo sinceramente que las está demandando. Y votará masivamente a quien las ofrezca.
Por eso mismo, quien suceda a Zapatero las debe incorporar a su programa electoral y llevarlas tan maduradas que fuera capaz de ponerlas en marcha en los seis primeros meses de mandato, para poderlas desarrollar a lo largo de la legislatura.
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