Esa es una eventualidad que, efectivamente, no puede descartarse.
"La conducta de Gómez Bermúdez es de las que revuelven el estómago”. No lo digo yo. Lo dice Pedro J. Ramírez.
Alfonso Vega, jefe de los peritos que analizaron la única muestra obtenida de un foco de explosión y experto de la Policía Nacional, exclama al comprobar que se trataba de dinitrotolueno: «...Y ya empiezo yo a dudar de los Tedax y a cagarme en la madre que los parió».
Lo que viene a expresar de forma más rotunda aún lo que yo dije ya hace mucho tiempo: “Sólo sé que el falseamiento de pruebas no está al alcance de los islamistas, de los servicios secretos marroquíes ni de los etarras”. El falseamiento de las pruebas sólo está al alcance de la policía, de algunos policías. ¿De esos que menciona con tanto cariño Alfonso Vega?
Permítanme que les transcriba el editorial de El Mundo de hoy:
EL MUNDO empieza a publicar hoy una serie de documentos de enorme trascendencia en la medida en que estamos seguros de que cambiarán la percepción de la sentencia sobre los atentados del 11-M de cualquiera que las examine de buena fe.
Lo que relata nuestro periódico básicamente es lo que ocurrió en el laboratorio de la Policía Científica en febrero de 2007 durante las pruebas periciales de los explosivos, ordenadas por el tribunal. Tanto la transcripción de lo que dicen los peritos como las imágenes estáticas de algunos momentos clave son muy expresivas. Pero no hay nada como visionar la filmación que emitirá esta noche Veo7 en el programa La vuelta al mundo para darse cuenta de la fuerza del testimonio.
Estamos convencidos de que estas imágenes captadas el 6 de febrero de 2007, una semana antes del comienzo de la vista oral, habrían cambiado por completo el rumbo del juicio y desembocado en otra sentencia si hubieran sido exhibidas en la sala. El propio fallo del Supremo al examinar los recursos podría haber sido también distinto si alguna de las partes hubiera podido aportar este vídeo.
La sospechosa actitud de Gómez Bermúdez
En este contexto, resulta muy difícil de entender la actitud de Gómez Bermúdez, presidente del tribunal, que dedicó una sesión durante la vista oral para aclarar las discrepancias y contradicciones en las que incurrían los informes de los peritos. Lo lógico y lo coherente es que Gómez Bermúdez les hubiera pedido explicaciones sobre lo que se ve en esta grabación, que sin duda él conocía.
Más sospechosa resulta todavía la decisión de Gómez Bermúdez de negar a las partes estas grabaciones tras el final del juicio. Luego rectificó, pero ha tardado tres años en entregárselas.
Cuando decimos que las imágenes grabadas a los peritos podrían haber cambiado la sentencia, nos referimos concretamente al momento en el que aparecen en el cromatógrafo de gases restos inequívocos de dinitrotolueno (DNT), un componente que no forma parte de la Goma 2 ECO y sí, en cambio, del Titadyn. Procede recordar que la primera noticia transmitida por los mandos policiales al Gobierno de Aznar en la mañana del 11-M es que lo que había estallado en los trenes era «Titadyn con cordón detonante».
Basta fijarse en las expresiones de los peritos, en su tono de voz y en sus caras de asombro para corroborar que todos ellos se dieron cuenta en ese momento que el explosivo utilizado por los terroristas no podía ser la Goma 2 ECO que tenían los islamistas en el piso de Leganés ni la robada en Mina Conchita.
Hay que subrayar que es la propia espontaneidad de las reacciones que filma la cámara lo que aporta credibilidad a que la versión oficial había quedado gravísimamente dañada por el hallazgo del DNT. De esas reacciones de los peritos se deduce la sospecha flagrante de que los Tedax habían manipulado la investigación. «Esto hay que confirmarlo… Entonces en este caso… puede que haya otra carga explosiva. Y ya empiezo yo a dudar de los Tedax y a cagarme en la madre que los parió», exclama Alfonso Vega, jefe de la pericia y experto de la Policía Nacional.
La aparición del DNT provocó tal estupor que los defensores de la versión oficial tuvieron que recurrir a explicaciones tan inverosímiles como la de que las muestras se habían contaminado en las dependencias policiales pese a estar selladas.
Hay, sin embargo, algo menos aparatoso y espectacular pero más relevante aún que surge de estas grabaciones: los comentarios de los peritos cuando aparecen restos de dibutilftalato en las muestras analizadas de los explosivos.
Según la sentencia de la Audiencia Nacional, el dibutilftalato «es un componente de la Goma 2 ECO y no lo tiene ni el Titadyn ni la Goma 2 EC». Esta aseveración es clave porque sobre ella descansa la hipótesis de que los terroristas utilizaron la Goma 2 ECO, sustraída en Asturias.
Pues bien, en uno de los fragmentos de la grabación los peritos afirman justamente lo contrario de lo que se dice en la sentencia: que el dibutilftalato puede aparecer en cualquier explosivo, puesto que se trata de un plastificante muy utilizado por los fabricantes. «Es como una contaminación genérica... del mundo mundial», comentan a dúo el propio Vega y el guardia civil Atoche.
Desmontado el argumento de que el dibutilftalato indicaba la presencia de Goma 2 ECO y tras hallar restos de DNT, pocas dudas podían quedar a los expertos, incluidos los de la Policía Nacional y de la Guardia Civil, de que el explosivo que estalló en los trenes no era Goma 2 ECO y casi con toda seguridad era Titadyn.
La trascendencia de este hallazgo, ratificada por el trabajo posterior del perito Antonio Iglesias, podría permitir pedir la nulidad de la sentencia del 11-M y emprender acciones por falso testimonio contra el perito Carlos Atoche, técnico de la Guardia Civil, que dice en la grabación lo contrario de lo que declaró en el juicio. El propio Gómez Bermúdez se agarró en el juicio al testimonio de Atoche para justificar la versión oficial sobre los ftalatos.
El mérito de la Asociación de las Víctimas
El hecho de que un documento de tanta trascendencia como esta grabación haya tardado tres años en salir a la luz resulta indicativo de la mala fe del tribunal -por lo menos de su presidente- y pone también en evidencia el meritorio esfuerzo de la Asociación de Ayuda a las Víctimas del 11-M, sin cuya tenacidad y empeño no habríamos podido conocer la verdad.
Las revelaciones que hoy publica EL MUNDO no sólo suponen un duro varapalo a la sentencia de la Audiencia Nacional sino que además aportan valiosos elementos de juicio para ser utilizados en el procedimiento que se sigue contra Juan Jesús Sánchez Manzano, el ex jefe de los Tedax, acusado de ocultación de pruebas, falso testimonio y omisión del deber de perseguir delitos.
La sentencia del 11-M afirma categóricamente en la página 537 que la dinamita utilizada en los atentados era «todo o gran parte de la procedente de Mina Conchita», la misma que había sido hallada en el piso de Leganés tras el suicidio de los islamistas. A la luz de lo que hoy publica nuestro periódico, esa tesis no se sostiene.
Como todo el desarrollo de los hechos que la sentencia da por probados descansa en que los explosivos fueron robados en Asturias y traídos a Madrid y que se trataba de Goma 2 ECO, lo que publicamos hoy exige la reapertura de la investigación del 11-M, que fue cerrada en falso y sobre la que aumentan conforme pasa el tiempo los interrogantes. Mientras eso no suceda, nuestra democracia tendrá una tremenda asignatura pendiente.
Porque, ¿quién debe reabrir el caso? ¿Sólo se puede abrir a instancias políticas? ¿Y la Fiscalía? ¿Y el Supremo?
Este país da un asco tremendo.
Addenda:
Hace poco decía yo que cuando el PSOE pierda el poder tras el paso catastrófico de Rodríguez por el Gobierno, esta generación de socialistas no va a volver a recuperar el poder en al menos veinte años.
Pero tengo la sospecha de que el día que se sepa toda la verdad del 11-M, el PSOE habrá de disolverse y desaparecer como partido.
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