Afortunadamente, el revisionismo histórico que ha caracterizado los últimos ocho años está disolviéndose como un azucarillo, como era lógico que pasara.
Hay temas mucho más importantes que el revanchismo de quienes quisieron reescribir la Historia. Temas más importantes, que han descuidado irresponsablemente. Por eso perdieron las elecciones.
Pasó lo que pasó y no lo que quisiéramos que hubiera pasado. Algunos hubieran querido que fueran otros quienes ganaran la Guerra Civil. Otros quisiéramos que nunca hubiera habido una Guerra Civil.
Pero no se trata de repartir a estas alturas las culpas por lo que pasó. Yo nunca lo he pretendido. Hubo, cierto, buenos y malos, pero no estuvieron cada uno en un bando, sino repartidos en ambos. Siempre he pretendido, eso es cierto, comprender lo que pasó. Y es por eso que he leído todo lo que he podido, no sólo historia, sino novela histórica: Agustín de Foxá, Max Aub… Y ahora Gironella. Recuerdo haber leído la célebre trilogía de Gironella (Los cipreses creen en Dios, Un millón de muertos y Ha estallado la paz) siendo yo muy joven. Tanto que no recordaba apenas nada. Volver a releer estos libros ha sido como leer una obra nueva e inédita para mí. En algún sitio he visto que la primera novela de la saga ha sido la obra literaria española del siglo XX más leída. No me extraña.
Cuando los leí, Gironella no había escrito el cuarto tomo de la serie (Los hombres lloran solos), del que yo desconocía su existencia. Esta vez he leído los cuatro.
El motivo de mi relectura fue toparme con este artículo de un blog muy recomendable, pero que su autor tiene últimamente muy descuidado, como tarde o temprano ocurrirá con el mío:
Quiero destacar la sensación de imparcialidad que transmite la monumental obra y su nivel de documentación. He sabido que Gironella estuvo durante la guerra destacado en una compañía de esquiadores en Panticosa, donde una familiar mía lejana ejerció de “madrina” suya el resto de la guerra, cuando el frente se desplazó de la zona. Uno de los personajes que aparece en la obra, precisamente procedente de Panticosa, lleva su apellido. Eran estas madrinas chicas que se escribían con los soldados en el frente, incluso sin ser sus novias. Eran simplemente amigas que les transmitían ánimos e información de la retaguardia.
Pero la obra contiene algunas inexactitudes, como la ejecución que narra y que hace protagonizar a Durruti, quien en la obra ametralla personalmente a los homosexuales y prostitutas que se integraron en las columnas anarquistas que partieron en el 36 hacia Aragón. He leído en Internet comentarios que dan por buena esa acción (que la consideran real, quiero decir), simplemente porque aparece en la obra. Como se dio por buena la cifra de un millón de muertos, fruto de la contienda, cuando la realidad es que fueron muchos menos. Gironella ubica aquella ejecución en la localidad zaragozana de Bujaraloz, en su estación de ferrocarril. Las víctimas estarían encerradas en vagones de ganado. Pues bien, en Bujaraloz nunca ha habido estación de ferrocarril ni línea férrea.
No tengo noticia de más inexactitudes. Lo que sí refleja de forma magistral es el clima, tanto de la República y su inexorable radicalización, hasta hacer inevitable la guerra, como de la posguerra.
No creo que exista la memoria histórica, más allá de las generaciones que protagonizaron los hechos. Sólo Historia, documentada e imparcial. La memoria histórica no ha sido otra cosa que manipulación, para obtener rentabilidad política, reabriendo de forma gratuita e inútil heridas cerradas hace mucho, y además en personas que nunca vivieron aquellos hechos ni los conocieron. Terreno abonado, por tanto, ya digo, para la manipulación.
En definitiva, una lectura muy recomendable.
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10 comentarios:
Estimado Oroel: Cada vez que toca un asunto relacionado con la Guerra Civil y el franquismo se advierte con mayor claridad esa cualidad que Vd mismo declara en su perfil de ser “de derechas”. En este sentido, este artículo resulta paradigmático. Le diré por qué:
- “ Hay temas mucho más importantes que el revanchismo de quienes quisieron reescribir la Historia… Por eso perdieron las elecciones”. Sólo le ha faltado decir que “la economía lo es todo” y hubiera pensado que estaba plagiando a Rajoy.
- “ Pasó lo que pasó y no lo que quisiéramos que hubiera pasado. Algunos hubieran querido que fueran otros quienes ganaran la Guerra Civil. Otros quisiéramos que nunca hubiera habido una Guerra Civil”. Más allá del evidente buenismo de sus palabras y teniendo en cuenta que el PSOE buscó y provocó deliberadamente la guerra entre españoles (como atestiguan con total descaro, por ejemplo, las memorias de Largo Caballero), ¿qué quiere decir con su última frase? ¿Qué hubiera debido hacer, por ejemplo, Franco cuando conoció el asesinato de Calvo Sotelo? ¿Unirse a la revuelta como hizo, puesto que hasta entonces no lo había hecho –para desesperación de Mola-, o aceptar que la revolución comunista del Frente Popular siguiera su curso?
- “ Hubo, cierto, buenos y malos, pero no estuvieron cada uno en un bando, sino repartidos en ambos” . En estos tiempos de relativismo a ultranza, no seré yo quien le diga a Vd qué es bueno y malo. Esas cosas se aprenden en casa. Sin embargo, sí le voy a hacer una pregunta concreta: me gustaría que me dijera quién era bueno del Frente Popular (naturalmente, me refiero a sus dirigentes, no a un tío que luchó como cabo en el bando republicano).
Dado que hemos estado de acuerdo en tantas ocasiones, soy consciente de que quizá le resulte un poco duro este comentario, pero yo, que creo que en nuestro país tenemos la singularidad de contar con la izquierda más antinacional y corrupta de los países de nuestro entorno junto con una derecha acomplejada que rehúye la confrontación ideológica y sólo pide que le dejen vivir en paz (“haga como yo y no se meta en política”, decía como supongo sabe el propio Franco), siento una gran melancolía al leer sus escritos sobre la Guerra y el franquismo.
En cualquier caso, un cordial saludo.
Estimado Winston:
Comete usted el error de tratar de interpretar mis palabras en lugar de limitarse a leerlas. Es por eso que me atribuye ciertas intenciones que no tengo, o piensa que he querido decir cosas que no digo. Y si no las he dicho ha sido por falta de tiempo.
Si Zapatero, ideologías aparte, hubiera gobernado para satisfacer las necesidades de los ciudadanos y no sus propias obsesiones, quizás no hubiera perdido las elecciones. No le reprocho que las perdiera -al revés, me alegro- ni que tenga la ideología que tiene, y que no comparto, sino que gobernó para él, para dar satisfacción a sus obsesiones. Ese es su mayor pecado. Podría haber sido fiel a su ideología, pero siendo fiel a ella, haber gobernado para nosotros. Y no lo hizo. Pero créame si le digo que me aburre hablar del tipo, del que ya casi estoy empezando a olvidarme, felizmente. Su solo recuerdo ya me pone de mal humor.
No creo que la culpa de la Guerra Civil la tuvieron quienes se alzaron contra la República. Ni lo creo ni nunca lo he dicho. Y dese cuenta de que ello me acarreará fuertes críticas. La alternativa era un régimen comunista, o frentepopulista, a semejanza de los que han tenido en Europa del Este durante cuarenta años. Un régimen, como hizo notar Solzhenitsyn en 1976, bastante peor que el franquismo. Ello también le acarreó en su momento fuertes críticas. Quienes me critiquen obviarán el hecho inocultable de que el propio PSOE se alzó contra la República dos años antes que Franco. Quien hizo realmente inevitable la guerra fue el Frente Popular. De hecho Franco se resistió hasta el final y fue la muerte de Calvo Sotelo lo que le decidió. Culpar a Franco de la Guerra Civil (o culparlo sólo a él) es una injusticia histórica. Yo atribuyo la mayor carga de la culpa al Frente Popular, sin duda alguna.
Leer “Los cipreses creen en Dios” ayuda a comprender por qué la guerra fue (se empeñaron en hacerla) inevitable.
Cuando hablaba de buenos y malos no me refería a los dirigentes, sino a los españoles en general. Quizás el único hombre justo que me viene a la memoria de entre los políticos de izquierdas de la época sea el de Julián Besteiro. No hay más.
Afortunadamente la desaparición de Zapatero ha hecho desparecer ese tema de las agendas de actualidad. Que, ¡manda huevos!, que con la que está cayendo y lo que se veía venir, esa fuera una de las prioridades del Gobierno…
Un cordial saludo.
Yo la verdad es que desconozco bastante este tema. Primero por mi "relativa" juventud y segundo por elección propia. Me aburre extraordinariamente este eterno debate que a nada conduce y donde la inmensa mayoría de quienes podrían decir algo mínimamente esclarecedor están ya muertos hace tiempo.
Pero partiendo de esa ignorancia, oí una vez una frase que no se hasta que punto es cierta pero que creo que puede llevar a reflexión. Decía así:
"En la Guerra Civil no hubo dos sino tres bandos: los que querían democracia, los que querían acabar con ella desde la derecha... y los que querían acabar con ella desde la izquierda".
Para pensárselo.
Hubo mucha gente, en la derecha y en la izquierda, que quería democracia. Pero, por lo que yo sé, quienes la hicieron inviable, precisamente por su sectarismo, extremismo y falta de lealtad fueron las izquierdas, junto con los nacionalistas. Tal parece que la Historia vuelve una y otra vez al punto de partida.
El arranque de la República no pudo ser más desolador, con la quema de conventos apenas un mes más tarde de proclamada.
Lo he dicho muchas veces: la República no fue legítima en su origen, un pucherazo provocado a medias por el asalto al poder de los unos y el desistimiento de los otros, y no se legitimó con su ejercicio, sino antes al contrario, se deslegitimó hasta extremos increibles.
Lee "Los cipreses creen en Dios", o "Madrid, de corte a checa".
Estimado Oroel: Me alegro mucho de la claridad de sus respuestas, pero no estoy de acuerdo con lo que dice de Zapatero. Este sujeto trató en sus dos legislaturas y en la medida de sus posibilidades de modificar los hábitos sociales y familiares con la clara intención de crear un clima que permitiera a su partido convertirse en la opción política hegemónica en España, o de lo que finalmente quedara de ella. Tampoco puede decirse que haya sido un innovador, el PSOE siempre tuvo al PRI como principal referente, aunque nunca se había manifestado tan abiertamente. En definitiva, la memoria histórica es obra de unos sectarios, pero no de unos descerebrados, a los que sólo la profunda crisis económica que padecemos y sólo ella ha hecho fracasar en sus objetivos. Debiera de añadir que temporalmente.
Por otro lado, si hay algo que hizo fracasar el régimen de la Segunda República, más allá de sus innumerables vicios y defectos, fue la ausencia total de demócratas. Ninguno de sus principales protagonistas puede ser llamado como tal. Los partidos de derecha (me refiero la CEDA y al Partido Radical de Lerroux) aceptaron las reglas del juego aunque no creyeran en ellas. Los de izquierda, que sólo creían en la revolución, se aprovecharon de ellas cuando gobernaron y se las saltaron cuando les convino hacerlo (Azaña no creía en la revolución, creía que podría cabalgar sobre ella –y era la inteligencia más conspicua de entonces-). En la España de la Segunda República no hubo democracia porque no hubo partidos democráticos y por tanto, y desde mi punto de vista, se puede decir efectivamente que hubo tres clases de españoles: los que colaboraron con la izquierda en su criminal objetivo revolucionario y de limpieza social (aquí hay que añadir a toda la morralla nacionalista, aunque una –la catalana- se pasara al final al bando de Franco en masa cuando fueron a por ellos y otra –la vasca- se dividiera entre el dilema de apoyar a la Iglesia –la Iglesia Vasca, a la otra que le fueran dando- o apoyar al bando que destruyese España); los que desde el otro bando intentaron contemporizar y adaptarse y a los que finalmente no les quedó más remedio que defenderse; y por último una ingente masa que, entonces igual que ahora, no se enteró de nada y el 18 de julio de 1936 les pilló de vacaciones. Quite Vd al primer grupo el objetivo revolucionario, cámbielo por otro masónicolaicistaperosiempreantiespañol y comprobará lo poco que desgraciadamente hemos cambiado.
Un saludo de nuevo.
Estimado Winston:
He dicho muchas veces que Zapatero es (era: ya es, afortunadamente, historia) sectario, irresponsable y mendaz… y estremecedoramente tonto. Que tuviera un plan es incluso probable: un plan confuso, difuso y apenas esbozado de cambio social. Pero eso no desmiente que fuera un auténtico estúpido. Precisamente el que tuviera ese plan que dice usted lo demuestra. Algo así solo puede caber en la mente de un iluminado, de un tonto de remate.
Me he referido -como ejemplo en este caso de su ausencia de planificación- a sus reformas estatutarias. ¿Usted cree que cuando se embarcó en ellas tenía una idea de la España resultante, del diseño final que quería lograr con aquellas reformas? Yo estoy convencido de que no. Los planes de Zapatero, si es que los tenía, eran inconcretos, vagos, utópicos, irreales, desquiciados…
La Segunda República no fue una democracia, por supuesto. El que en una democracia pueda atentarse contra la propiedad y el orden público con total impunidad, como ocurrió en mayo del 36 con la quema de iglesias y conventos, es impensable. La Segunda República fue desde su misma proclamación un régimen prerrevolucionario que derivó con absoluta coherencia hacia la descomposición social y la revolución anarco-bolchevique. Luego, ya durante la guerra, se mataron entre ellos.
Que el socialismo español no es homologable a los socialismos o socialdemocracias europeos es una evidencia. Estoy firmemente convencido de que el PSOE es un partido que le ha producido a España mucho más daño que beneficio. Y me alegraría infinito si lo viera disuelto.
Pues, aunque a destiempo por ser este post viejo ya, te recomiendo la lectura del HOLOCAUSTO ESPAÑOL, de Paul Prescot. Quizás con su lectura, aunque es difícil romper marcos conceptuales cuando están arraigados, te des cuenta de lo que fue la república, lo que pudo ser, lo que no quisieron que fuera, y por qué los de siempre nunca han dejado progresar este país. Aunque creo que no te gustará, porque la derecha hace tiempo que redimió a los españoles de sus pecados con el exterminio de los españoles de la misma forma que hicieron en Africa.
Estimado Urbez:
Nunca se lee demasiado, pero sobre el tema ya he leído bastante como para tener, como dices, un marco conceptual arraigado. Si ese fuera el primer libro que leyera sobre el asunto quizás me daría un punto de vista concreto, el que tiene el libro, que sin conocer ya imagino. Pero he leído varios. En este tema de la Segunda República es más cierta que en ningún otro esa frase de Mingote: “el problema de la memoria histórica es que es imposible que todos recordemos lo mismo”. Lo que pudo ser la Segunda República es un desiderátum, como aquello que pudiera haberse logrado con la primera Constitución española, si no hubiera pasado lo que pasó. Pero pasó lo que pasó.
Lo que fue la República ya lo sabemos. Fue lo que fue. Como he dicho en otras ocasiones, ni fue legítima en su origen, ni se legitimó con su ejercicio. No fue un régimen democrático. No puede serlo un régimen donde se producen quemas de iglesias y conventos sin que las fuerzas de seguridad del Estado intervengan. Hay que comprender lo que supuso aquello, no sólo en términos de pérdida de un patrimonio histórico, sino las decenas de personas, religiosos, huyendo vestidos de civiles y corriendo a refugiarse donde pudieron, en domicilios de conocidos y familiares. En un régimen pretendidamente democrático, al mes escaso de proclamarse. Y todo lo que siguió…
Qué decir, por ejemplo, de la rebelión del 34…
Hablar de exterminios a estas alturas… ¿Recuerdas Paracuellos? ¿Y las checas?
(¿Africa?: los belgas en el Congo, los alemanes en Namibia, los italianos en Etiopía…)
No quiero debatir sobre quien mató más y mejor, o más cruelmente. Es un debate estéril y triste, muy triste.
El tema hay que conocerlo, no debatirlo. Hoy estamos en otras cosas, en salir de la crisis, por ejemplo.
Sin conocer ya imagino, dices Oroel. ya estás aplicando tu marco.EL HOLOCAUSTO ESPAÑOL es posiblemente el repaso más amplio de la represión en ambos bandos, antes, durante y después de la guerra civil. Pero,bueno, tu marco es el que se reescribió de tal forma que se justificase el exterminio franquista. Comparar a, por ejemplo, Negrin con Franco es comparar a Hitler con la madre Teresa de Calcuta. O comparar a Melchor Rodriguez con Queipo de Llano, es lo mismo que Rigoberta Menchu con Stalin. No hay más que ver los esfuerzos de la República por los intercambios de presos y el fin de la represión, y la respuesta del Régimen Franquista. Por supuesto que hubo barbarie, y terrorismo de Estado en el tema de Paracuellos por temor a la quintacolumna y la influencia cada vez mayor en la JUnta de Defensa de Madrid. Por supuesto, que hubo atrocidades y revanchismo en las actuaciones de muchos grupos de descontrolados. Pero que el plan de guerra en el lado nacional fue el exterminio del enemigo no admite dudas.
un abrazo, Oroel.
Estimado Urbez:
Posiblemente el único pecado de mi respuesta -el único que reconozco- es haber dado por supuesta la parcialidad del libro que me propones. Pido disculpas por ello.
En tu respuesta abundas en lo que yo quería evitar, las comparaciones. No quiero incurrir en ello. Hay otros personajes, muchos de ellos despreciables y las comparaciones entre ellos pueden conducirnos a la repugnancia mutua. Pero no es cuestión de echárnoslos a la cara. Ni tú ni yo les votamos o les apoyamos. Son agua pasada, de al menos una generación anterior a la nuestra. Al menos a la mía.
La Segunda República fue lo que fue, un régimen liberticida y despreciable. ¿Que pudo haber sido otra cosa? Quizás. Pero no lo fue. Estaba abocada a dos finales igualmente trágicos, la guerra o la revolución anarco-comunista, que finalmente se produjo ya declarada la guerra.
Y no conviene olvidar un dato relevante que desmonta cualquier argumento a favor de un bando y en contra del otro, y sin el cual no se entiende nada: que los primeros en alzarse contra la República fueron los partidos de izquierdas y nacionalistas. Lo que demuestra que no tenían ningún interés en la República desembocara en un régimen democrático y estable.
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