A estas alturas de mi vida creo que ya me puedo permitir elevar a definitivas (o casi) algunas de las conclusiones a las que he ido llegando a lo largo de los años después de alcanzado un número significativo de observaciones sobre el comportamiento humano.
A pesar de la admiración que me suscitan los grandes personajes de la Historia: Franklin, Newton, Jefferson, Lincoln, Pasteur... confieso mi mayor interés por aquellos otros que me resultan difíciles de entender. Los primeros son normales, comprensibles, responden a patrones de dignidad y perfección, de grandes ideales, de belleza, bondad, justicia o sabiduría... Pero hay otros que respondiendo a patrones radicalmente opuestos han conseguido ser seguidos por las masas, alcanzar el poder, dirigir pueblos... y llevarlos al desastre. Esos son difíciles de entender, y por ello mismo cautivadores, llenos de intriga. ¿Cómo ha sido posible que existieran y que además tuvieran éxito en sus crueles o estúpidos designios? Pues han existido y han tenido éxito. Los hay además variados. Me cautiva Hitler... ¿Cómo pudo ser posible tanta estupidez y maldad, triunfantes además? O Stalin... ¿Cómo es posible que un payaso como Chávez dirija un pueblo? Y aquí en España y ahora me cautiva Zapatero, falaz, inconsistente, frívolo, dogmático... ¿Cómo es posible que semejante individuo haya no sólo conseguido llegar al Gobierno sino, peor todavía, repetir mandato?
A Zapatero le han votado, encantados además de hacerlo, quienes se consideran de izquierdas, quienes pensaron que cualquier cosa, incluso Zapatero, era preferible a que gobernara la derecha.
Pero, ¿quiénes son esta gente de izquierdas? ¿cómo son? ¿son realmente de izquierdas?
Mis ya abundantes observaciones, no por observador, sino por viejo, me han llevado a concluir que el rasgo distintivo de la izquierda española (y sólo la española, pues desconozco a la de otros países) es su buena conciencia. Están encantados de conocerse. Se reconocen y consideran a sí mismos como los “buenos”, los “justos”; están en el lado bueno de la línea que separa a los hombres entre buenos y malos.
Nada importa la comprobación de los datos y circunstancias: están en el lado correcto porque se han colocado la escarapela adecuada, ven las cadenas de televisión correctas y leen El País o El Periódico. En ese sentido no suelen ser exigentes consigo mismos, ni, si me apuran, sinceros. Son de izquierdas por definición, sin que ello les exija ni comprometa a nada, salvo a leer y seguir los medios adecuados y votar cuando toca a los partidos de izquierdas. Son de izquierdas como los católicos que van a misa los domingos.
¿Qué ha hecho Zapatero por los necesitados españoles, salvo crear más? ¿Es de izquierdas abominar de la energía nuclear? ¿O mandar tropas a Afganistán pero no a Irak?
¿Y es de izquierdas Belloch, casado con Mari Cruz Soriano, viviendo en una urbanización de lujo y haciendo una política de grandes obras suntuarias más propias del gusto de la alta burguesía que obras realmente sociales y necesarias? ¿Es la Expo una obra de izquierdas? ¿Y hacer navegable el Ebro? ¿Y qué pasa con las residencias, con las viviendas sociales, con las guarderías...?
¿Es de izquierdas Manuel Cháves y su política caciquil? ¿Es el caciquismo de izquierdas?
¿Y qué hay de la justa distribución de la riqueza que es o debería ser la verdadera bandera de la izquierda?
Lluís Suñé, el concejal que se ha permitido insultar a los extremeños, sería el paradigma de esa izquierda que denuncio: un verdadero fascista, xenófobo, que se considera legitimado, sólo por decirse de izquierdas a insultar a todo un pueblo. ¿Dónde está la solidaridad de la que presumen?
La derecha siempre ha defendido la Libertad, frente al mayor énfasis que ha hecho la izquierda por la Igualdad -véase el nuevo Ministerio de Zapatero-. Pero ahora resulta que ni eso. Nunca como con este último se habían agudizado tanto las desigualdades. Pero no importa: es una política dictada desde la izquierda, luego debe ser justa...
Para profundizar en el tema, recomiendo estas brillantes reflexiones: ¡ARRIBA LOS POBRES DEL MUNDO!
En definitiva: estamos gobernados por un conjunto de hipócritas.
Pero no es eso lo peor, sino que si nos gobiernan es simplemente porque la derecha está acomplejada ante ellos.
A pesar de la admiración que me suscitan los grandes personajes de la Historia: Franklin, Newton, Jefferson, Lincoln, Pasteur... confieso mi mayor interés por aquellos otros que me resultan difíciles de entender. Los primeros son normales, comprensibles, responden a patrones de dignidad y perfección, de grandes ideales, de belleza, bondad, justicia o sabiduría... Pero hay otros que respondiendo a patrones radicalmente opuestos han conseguido ser seguidos por las masas, alcanzar el poder, dirigir pueblos... y llevarlos al desastre. Esos son difíciles de entender, y por ello mismo cautivadores, llenos de intriga. ¿Cómo ha sido posible que existieran y que además tuvieran éxito en sus crueles o estúpidos designios? Pues han existido y han tenido éxito. Los hay además variados. Me cautiva Hitler... ¿Cómo pudo ser posible tanta estupidez y maldad, triunfantes además? O Stalin... ¿Cómo es posible que un payaso como Chávez dirija un pueblo? Y aquí en España y ahora me cautiva Zapatero, falaz, inconsistente, frívolo, dogmático... ¿Cómo es posible que semejante individuo haya no sólo conseguido llegar al Gobierno sino, peor todavía, repetir mandato?
A Zapatero le han votado, encantados además de hacerlo, quienes se consideran de izquierdas, quienes pensaron que cualquier cosa, incluso Zapatero, era preferible a que gobernara la derecha.
Pero, ¿quiénes son esta gente de izquierdas? ¿cómo son? ¿son realmente de izquierdas?
Mis ya abundantes observaciones, no por observador, sino por viejo, me han llevado a concluir que el rasgo distintivo de la izquierda española (y sólo la española, pues desconozco a la de otros países) es su buena conciencia. Están encantados de conocerse. Se reconocen y consideran a sí mismos como los “buenos”, los “justos”; están en el lado bueno de la línea que separa a los hombres entre buenos y malos.
Nada importa la comprobación de los datos y circunstancias: están en el lado correcto porque se han colocado la escarapela adecuada, ven las cadenas de televisión correctas y leen El País o El Periódico. En ese sentido no suelen ser exigentes consigo mismos, ni, si me apuran, sinceros. Son de izquierdas por definición, sin que ello les exija ni comprometa a nada, salvo a leer y seguir los medios adecuados y votar cuando toca a los partidos de izquierdas. Son de izquierdas como los católicos que van a misa los domingos.
¿Qué ha hecho Zapatero por los necesitados españoles, salvo crear más? ¿Es de izquierdas abominar de la energía nuclear? ¿O mandar tropas a Afganistán pero no a Irak?
¿Y es de izquierdas Belloch, casado con Mari Cruz Soriano, viviendo en una urbanización de lujo y haciendo una política de grandes obras suntuarias más propias del gusto de la alta burguesía que obras realmente sociales y necesarias? ¿Es la Expo una obra de izquierdas? ¿Y hacer navegable el Ebro? ¿Y qué pasa con las residencias, con las viviendas sociales, con las guarderías...?
¿Es de izquierdas Manuel Cháves y su política caciquil? ¿Es el caciquismo de izquierdas?
¿Y qué hay de la justa distribución de la riqueza que es o debería ser la verdadera bandera de la izquierda?
Lluís Suñé, el concejal que se ha permitido insultar a los extremeños, sería el paradigma de esa izquierda que denuncio: un verdadero fascista, xenófobo, que se considera legitimado, sólo por decirse de izquierdas a insultar a todo un pueblo. ¿Dónde está la solidaridad de la que presumen?
La derecha siempre ha defendido la Libertad, frente al mayor énfasis que ha hecho la izquierda por la Igualdad -véase el nuevo Ministerio de Zapatero-. Pero ahora resulta que ni eso. Nunca como con este último se habían agudizado tanto las desigualdades. Pero no importa: es una política dictada desde la izquierda, luego debe ser justa...
Para profundizar en el tema, recomiendo estas brillantes reflexiones: ¡ARRIBA LOS POBRES DEL MUNDO!
En definitiva: estamos gobernados por un conjunto de hipócritas.
Pero no es eso lo peor, sino que si nos gobiernan es simplemente porque la derecha está acomplejada ante ellos.
Sólo hay una forma de luchar contra ellos: desenmascararlos. Reírnos de su buena conciencia. Lograr que llegue a remorderles; que no les resulte útil para tapar sus vergüenzas.
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