lunes, agosto 15, 2011

Una larga lista de errores

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Las hemerotecas son tan fantásticas para los ciudadanos como temibles para los políticos.

Conviene leer lo que escribía Belloch en el año 2002 de la reforma emprendida por el entonces alcalde de Zaragoza, José Atarés, en el paseo de la Independencia de Zaragoza y del tratamiento de los restos arqueológicos aparecidos en él.

Y conviene leerlo para comparar lo que entonces denunciaba con lo que luego ha hecho él mismo de forma corregida y aumentada.



El problema del tranvía en Zaragoza y por el trazado propuesto y acometido por Belloch, lo he dicho otras veces, es que no soluciona nada que no estuviera ya resuelto o que no pudiera resolverse de forma más barata y eficaz de otra manera y sin tantas afecciones. Pero el tranvía es un capricho personal del alcalde y el hombre cuando se encapricha no cede ni aunque se hundan los cielos o, peor, se amontonen encima de su mesa informes técnicos y económicos adversos.

Lean lo que pasó con el azud del Ebro y su proyecto de hacerlo navegable por Zaragoza:


En las obras de Independencia hubo que paralizar el proyecto de aparcamiento por la aparición de restos de menor entidad, sin ningún valor artístico ni monumental: unos simples cimientos de adobe que en el breve tiempo que permanecieron expuestos a la intemperie se deshacían con la lluvia, en todo semejantes a los de las miles de parideras aragonesas, que una vez estudiados con toda la minuciosidad que hubiera hecho falta, cartografiados, fotografiados, desmontados incluso y trasladados a otra parte, podrían haberse levantado para concluir el proyecto inicial. Algo que en su momento levantó en armas a toda la izquierda y al establishment cultural zaragozano. Nunca se sacrificó tanto para conservar tan poco. Sin embargo ahora, como ya sucedió años antes con las obras del parking de la plaza del Pilar (gobernaban entonces también los socialistas), las obras del segundo tramo del tranvía se han acometido sin el preceptivo permiso de la Comisión Provincial de Patrimonio del Gobierno de Aragón ni control arqueológico alguno.



Este es el alcalde que tenemos, caprichoso y megalómano, por encima de la ley, que gobierna Zaragoza con sólo diez concejales socialistas frente a los quince populares, aunque con la inestimable colaboración de los seis que suman Izquierda Unida y Chunta Aragonesista.

PD.: Sueño con el día que salga a la luz la historia de los restos arqueológicos de la época romana y de las ánforas aparecidas en las obras del parking de la plaza del Pilar, según cuentan las leyendas urbanas que circulan por Zaragoza. Si es que quedan datos y pruebas documentales o gráficas de aquel expolio.
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