En uno de los capítulos de Oregonés para foranos se explicaba el significado de morroputa: aquel a quien le gustan las cosas exquisitas.
En algún foro he leído que además debe cumplir el requisito de desconocer su valor. Ello hace que el morroputa más genuino sea aquel invitado gozoso de la generosidad de su anfitrión.
En el ejemplo que sigue, los anfitriones hemos sido nosotros, los contribuyentes aragoneses.
Pero, ¿y a quien no le gustan las cosas exquisitas? Ahí no hay diferencias ideológicas. O quizás sí, aunque posiblemente tenga más que ver el origen social que la ideología. Quizás quien más aprecia lo bueno sea quien nunca lo ha disfrutado o ha llegado tarde a su disfrute. De éstos últimos parece que ha habido muchos en el socialismo español.
Ayer se conoció en la prensa, lógicamente porque lo habrá filtrado el nuevo gobierno, que tiene ahora datos a los que antes no tenía acceso, que Marcelino Iglesias disponía de un cocinero personal y un ayudante de cocina cuyos sueldos sumaban 5.600 euros al mes. Luisa Fernanda Rudi ha decidido prescindir de ellos y come y ofrece a sus invitados el mismo menú que el de los trabajadores de la sede de la administración autonómica. Un menú que cuesta 6,30 euros.
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Ayer se conoció en la prensa, lógicamente porque lo habrá filtrado el nuevo gobierno, que tiene ahora datos a los que antes no tenía acceso, que Marcelino Iglesias disponía de un cocinero personal y un ayudante de cocina cuyos sueldos sumaban 5.600 euros al mes. Luisa Fernanda Rudi ha decidido prescindir de ellos y come y ofrece a sus invitados el mismo menú que el de los trabajadores de la sede de la administración autonómica. Un menú que cuesta 6,30 euros.
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Entre los meses de enero y mayo de este año, Marcelino Iglesias ofreció hasta 1.450 comidas con un coste medio diario de 178 euros. En estos primeros cinco meses del año el hombre se ha gastado en vituallas más de cinco mil euros cada mes, lo que sumando al sueldo del cocinero y su ayudante ha supuesto un gasto de unos once mil euros mensuales, casi dos millones de pesetas.
Ahora, una vez perdida la presidencia del Gobierno de Aragón, el señor Iglesias ocupa, como ya saben, quizás por su acreditada e intachable ortodoxia socialista -lo del cocinero es la prueba definitiva de la ortodoxia socialista-, la Secretaría General de Organización del Partido Socialista Obrero Español (les confesaré que me ha entrado la risa al escribir “Obero”). No sé si allí, en la sede socialista, le darán de comer tan bien como le hemos dado los aragoneses en estos últimos doce años.
Ahora, una vez perdida la presidencia del Gobierno de Aragón, el señor Iglesias ocupa, como ya saben, quizás por su acreditada e intachable ortodoxia socialista -lo del cocinero es la prueba definitiva de la ortodoxia socialista-, la Secretaría General de Organización del Partido Socialista Obrero Español (les confesaré que me ha entrado la risa al escribir “Obero”). No sé si allí, en la sede socialista, le darán de comer tan bien como le hemos dado los aragoneses en estos últimos doce años.
Orwell retrató perfectamente a este tipo de especimenes. Recuerden: “todos los animales son iguales, pero algunos más iguales que otros”.
PD.: Cuentan que el señor Iglesias fue vaquero -pastor de vacas- en su juventud, un oficio dignísimo, allá en su pueblo natal, Bonansa, a pocos kilómetros de Pont de Suert. Conozco Bonansa. Es una tierra pobre aquella.
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