Como era previsible, el referéndum que
convocó Alexis Tsipras para reforzar su posición negociadora frente a Bruselas
se le ha vuelto en contra.
Un referéndum, como una asamblea, no es
garantía ni expresión máxima de democracia. Franco mismo convocó, y ganó por
amplísima mayoría, alguno.
Y no es siempre una expresión de democracia
por varias razones. Porque los referenda -como las asambleas- los carga el
diablo. Porque son manipulables en extremo. Porque las cuestiones que se plantean
a consulta son a veces, como lo han sido en el caso griego, de una enorme
complejidad técnica, que escapa a la comprensión de la mayoría de los votantes.
Y porque la democracia representativa se basa precisamente en la delegación de
la representación política, para que quien decida sobre arduas y complejas
cuestiones de política económica, monetaria, fiscal… lo haga con
profesionalidad, dedicación exclusiva y conocimiento de causa, sin la
posibilidad de manipulación a la que está expuesto un cuerpo social
desinformado. Que es lo que ha pasado en Grecia. Allí ganó el “no” porque se
antepuso la emoción a la razón y la lógica, y la dignidad nacional frente a las
necesidades objetivas de financiación de una nación quebrada.
La pregunta del referéndum era la siguiente:
¿Debe
ser aceptado el borrador de acuerdo que presentaron la Comisión Europea ,
el Banco Central Europeo y el Fondo Monetario Internacional en el Eurogrupo del
25 de junio y que consta de dos partes, que conforman su propuesta unitaria?
El
primer documento se titula “Reformas para la finalización del vigente programa
y después” (Reforms for the completition of the current program and beyond) y
el segundo, “Análisis preliminar de la sostenibilidad de la deuda” (Preliminary
Debt Sustainability Analysis).
No se
aprueba / NO
Se
aprueba / SI
Que el referéndum fue una grosera
manipulación lo demuestra el hecho de que los documentos de la propuesta
comunitaria, con 45 páginas de un texto técnico y extremadamente complejo, apenas
fue objeto de difusión. Sólo la televisión pública (ERT) difundió en sus
programas informativos el listado de las principales medidas propuestas por los
socios, pero no todas.
Ganó el “no” y nuestros demagogos nacionales
-estoy pensando en Pablo Iglesias- celebraron la victoria de la democracia. ¿Si
hubiera ganado el “sí” no hubiera sido un resultado democrático? Pero ganó el
“no” frente a la lógica y las necesidades objetivas de financiación,
insoslayables. Y ni siquiera la emoción puede sobreponerse a la ley de la gravedad. Ni la dignidad tampoco.
Pablo Iglesias celebra en Twitter la victoria del 'no' en el referéndum griego
Tsipras se ha encontrado frente al dilema, en
el que él mismo se colocó, de incumplir el mandato del referéndum o la
responsabilidad de arrastrar a su pueblo a la ruina. Con un agravante: los
socios europeos, quebrada la confianza, han exigido ahora garantías
adicionales. El corralito de las últimas semanas ha hundido el sistema
financiero griego, precisamente por la desconfianza generalizada que ha
suscitado. Ahora hay, además, que sanearlo. O sea, 30.000 millones de euros
adicionales, además de las urgentes necesidades de financiación del país.
A la vista de los
últimos acontecimientos, el diagnóstico de Pablo Iglesias no ha podido ser más
erróneo: "el resultado del referéndum va a contribuir de manera inequívoca
a reforzar la posición del Gobierno griego". Al revés, lo ha dejado en la
cuerda floja, frente a un dilema envenenado e irresoluble.
En consecuencia, Tsipras va a incumplir el
resultado del referéndum. Es decir, va a traicionar al pueblo griego al que
engañó con el señuelo de una soberanía que no tienen. La pertenencia a la Unión Europea supone una
voluntaria cesión de soberanía, pero esta cesión es mayor, inevitable, en una
nación quebrada, que incluso ha perdido la soberanía económica.
La consulta fue inoportuna, tramposa, con
información insuficiente, presentada a un electorado manipulado y desinformado.
Pero además, no se va respetar el resultado.
Tsipras: Se acabó el juego
Si he nombrado varias veces a Pablo Iglesias
en un artículo sobre Grecia es, ya lo imaginan ustedes, porque el político
español nos ha presentado al gobierno griego como modelo. Pues bien, el modelo
griego, como mucho antes el modelo venezolano, han resultado ser pavoroso.
Porque, en serio, ¿ese es el modelo de
gobierno y de democracia que queremos para España?