Todavía resuenan en mis oídos -y creo que las recordaré mientras viva- las palabras de Inma Castila de Cortázar, presidenta del Foro Ermua: “¿por qué, teniendo en su mano la derrota de ETA, por qué pudiendo derrotarles, Zapatero prefiere pactar con ellos?”
Pactar significa otorgar una interlocución ganada por la fuerza de las armas y no en las urnas, legitimando la violencia como medio para obtener fines políticos, ceder, hacer concesiones, traicionar la memoria de las víctimas... Pero Zapatero lo prefiere. ¿Por qué?
La liberación del etarra Troitiño, no sé si por un error de la Justicia o como consecuencia de las supuestas conversaciones entre el Gobierno y la banda, de las que todo el mundo se hace lenguas, ha vuelto a poner sobre la mesa el que lleva camino de ser el eterno debate sobre si aquella solitaria conversación de los enviados del Gobierno de Aznar con ETA es equiparable a las que llevó a cabo el PSOE con la banda.
Hay un par de apuntes curiosos y previos:
1.- Que el PSOE insista en equiparar una sola conversación del gobierno del PP con las muchas que al parecer ha mantenido el PSOE -lo que ya revela que ha habido mucho más interés por parte del PSOE que el que demostró el PP- ya es significativo. Y que posiblemente haya habido más acuerdos, o más -seamos cuidadosos con los términos- temas de conversación puesto que han hablado más.
Un reunión de dos horas y media frente a 65 con la banda y 200 con su brazo político ilegalizado.
2.- Que el PSOE se empeñe en negar toda credibilidad a las Actas de ETA y declaraciones aparecidas en GARA referidas a sus conversaciones, pero otorgue tanta a la que se refiere al PP.
Hoy día el PSOE no tiene otro activo, y aún éste es extremadamente frágil, que conseguir la derrota o la paz con ETA, por los medios que sea, policiales o políticos. Y en ello está volcado con todas sus fuerzas, visto que la economía sigue su marcha, lamentablemente cuesta abajo, al margen de sus esfuerzos -más bien pocos- y sus deseos. Y de ello depende también la supervivencia del único relevo posible de Zapatero que se atisba en el horizonte, manchado por el caso Faisán. Es decir, ETA es hoy su única baza electoral.
Lean el artículo de Javier Zarzalejos, que explica perfectamente, creo, las diferencias entre ambos procesos negociadores:
Y para que puedan contrastar la información que ofrece con la que se publicó en Gara, pueden ustedes leer el Acta de aquella reunión:
Permítanme destacar una parte de la disertación del que se llama en el Acta Representante español II:
El presidente de España no puede asumir compromisos que atañen al Estado: territorialidad (menciona «Navarra»). El presidente tiene funciones específicas en las que él puede decidir: disolución de la Cámara con el adelanto de las elecciones, nombramiento del Gobierno y el cambio del Gobierno, iniciativas legislativas... Pero, por ejemplo, el tema de Navarra o la modificación de ciertos estatutos no está entre sus poderes. No obstante, el Gobierno no impedirá un debate dentro de las instituciones. El presidente no puede reconocer por sí mismo, ni arrastrar a nadie a reconocer el derecho de autodeterminación de determinados territorios. No tiene esa capacidad legislativa.
Contrastan esas declaraciones de principios, estricta y esencialmente democráticos, pues recuerdan los límites de las prerrogativas del presidente del Gobierno, con lo que ha pasado luego en las negociaciones del PSOE con ETA, en donde se han saltado todos los límites:
1.- Se fue mucho más lejos de lo que permitía la autorización del Congreso, pues, entre otras cosas, se siguió negociando a pesar de evidenciarse la nula disposición de la banda al abandono de la violencia (extorsiones, lucha callejera, robo de pistolas...), que era el requisito imprescindible.
2.- Se mantuvieron las conversaciones incluso después del atentado de la T-4, mintiendo al pueblo español, cuando se les dijo que el proceso estaba roto, acabado, etc.
3.- En las conversaciones se ofreció Navarra.
4.- Se obstruyó la labor policial para evitar las detenciones de etarras.
5.- Se facilitó la presencia de las franquicias de ETA en las instituciones.
Es decir, las cesiones de este Gobierno con la banda han superado amplísimamente las que puedan imputarse al PP.
Y qué decir del papel desempeñado por esos jueces convertidos en sicarios del Gobierno, que abdicaron de su condición de servidores de la Justicia y traicionaron todos los principios del Estado de Derecho:
Y por último, y aunque no estoy de acuerdo con la connivencia del PP que denuncia Luis del Pino, creo que basándose en conjeturas más que en pruebas, creo que es interesante su editorial sobre la chapucera liberación de Troitiño y su posible relación con el proceso negociador.
Por alguna extraña razón, quizás como consecuencia de ese resto de radicalismo de izquierdas que nunca le abandona, Zapatero no ha perdido la esperanza de integrar a ETA en lugar de derrotarla.
Más pragmático, Rubalcaba explora todas las vías, Faisán incluido, como ya en tiempos, en su condición de portavoz del Gobierno, negó toda vinculación del Ejecutivo con el GAL, aunque luego se demostró que la hubo. Como se está demostrando todo ahora.
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