Aquí en Sevilla,tras la Expo del 92 ocurrió practicamente lo mismo. La mayoría de los pabellones fueron demolidos,otros quedaron abandonados cayéndose a pedazos,kilómetros y kilómetros de fibra óptica sin utlizar,gastos multimillonarios en infraestructuras para nada... La historia se repite.
Natalia, no puedes comparar la expo92 con la expo2008, porque no tienen nada que ver. Ni en coste. Ni en contenido. Ni en carácter expositivo. Ni en la post-expo.
El coste, una décima parte. El contenido, la problemática mundial del agua. Su carácter, exposición internacional, no universal. La post-expo ha dejado unas riberas fluviales que son la envidia de visitantes, y un nuevo centro de encuentro social, empresarial y natural.
Aquí en Sevilla,tras la Expo del 92 ocurrió practicamente lo mismo.
ResponderEliminarLa mayoría de los pabellones fueron demolidos,otros quedaron abandonados cayéndose a pedazos,kilómetros y kilómetros de fibra óptica sin utlizar,gastos multimillonarios en infraestructuras para nada...
La historia se repite.
Brillante tu comentario respecto a este tema en Heraldo, Oroel.
ResponderEliminarCon hechos como estos queda "acreditada" nuestra capacidad para administrar capitalidades culturales.
¿Donde puedo pedir mi parte alícuota del "Splash" para, por lo menos, usarlo de pisapapeles? ¡Hay un trozo que pagué yo!
Un abrazo!
Natalia, no puedes comparar la expo92 con la expo2008, porque no tienen nada que ver.
ResponderEliminarNi en coste.
Ni en contenido.
Ni en carácter expositivo.
Ni en la post-expo.
El coste, una décima parte.
El contenido, la problemática mundial del agua.
Su carácter, exposición internacional, no universal.
La post-expo ha dejado unas riberas fluviales que son la envidia de visitantes, y un nuevo centro de encuentro social, empresarial y natural.
Nada que ver con la isla de La Cartuja.
Nada.