Hay dos políticos españoles por los que siento un profundísmo respeto, casi reverencial: Julio Anguita y Leopoldo Calvo Sotelo. No he encontrado a nadie que haya despertado mi admiración como ellos. Y sí muchos que han suscitado mi desprecio.
Anguita siempre me pareció más un profesor que un político, una persona culta a la que daba gusto escuchar. Sin necesidad de coincidir con sus opiniones, fue una de esas personas que dignifican la política.
En cuanto a Calvo-Sotelo, es el gran olvidado por todos. Nadie le hará homenajes nunca, pero como escribí en el post, es de largo el presidente con más nivel cultural e intelectual que ha tenido España en estos 30 años.
Ver hoy a Maleni o a Pepiño de ministros, a Zapatero de presidente y al resto de la fauna política, oposición incluida, es el inequívoco síntoma de la decadencia de nuestro país.
Los Anguitas dejaron paso a los Llamazares pero la cuesta abajo continúa hasta el trompazo final.
Hacia él vamos, hacia el trompazo, con inconsciencia. Como leí hace tiempo: así murió la democracia, entre aplausos. Y así entramos en la miseria, con estúpida alegría.
Del programa programa al mamoneo con el PSOE para atacar al PP, que le ha costado caro a IU. A ver si Cayo Lara termina cargándosela.
ResponderEliminarHay dos políticos españoles por los que siento un profundísmo respeto, casi reverencial: Julio Anguita y Leopoldo Calvo Sotelo. No he encontrado a nadie que haya despertado mi admiración como ellos. Y sí muchos que han suscitado mi desprecio.
ResponderEliminarCoincido y no sabes cuánto contigo:
ResponderEliminarAnguita siempre me pareció más un profesor que un político, una persona culta a la que daba gusto escuchar. Sin necesidad de coincidir con sus opiniones, fue una de esas personas que dignifican la política.
En cuanto a Calvo-Sotelo, es el gran olvidado por todos. Nadie le hará homenajes nunca, pero como escribí en el post, es de largo el presidente con más nivel cultural e intelectual que ha tenido España en estos 30 años.
Ver hoy a Maleni o a Pepiño de ministros, a Zapatero de presidente y al resto de la fauna política, oposición incluida, es el inequívoco síntoma de la decadencia de nuestro país.
Los Anguitas dejaron paso a los Llamazares pero la cuesta abajo continúa hasta el trompazo final.
Hacia él vamos, hacia el trompazo, con inconsciencia. Como leí hace tiempo: así murió la democracia, entre aplausos. Y así entramos en la miseria, con estúpida alegría.
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